domingo, 28 de diciembre de 2014

"Hablamos luego tranquilamente".
Estoy muerta de miedo.
Absoluta y totalmente muerta de miedo.

Día ciento nueve sin él.

El viernes fue... Mágico.
Después de tres días sin casi nada de él, encerrada como un león, y con las paredes estrechándose cada vez más, de repente, sus brazos. Mimos durante la cena, y al llegar a su habitación, uno de los mejores abrazos que me ha dado nunca. Largo, infinito, dulce y fuerte al mismo tiempo. Besos, más besos, sonrisas más anchas que la vía Láctea. Bailar One en su hombro mientras me tocaba como a su guitarra. La cama, charlar, reír, hacer el mongolo. Y cada vez que parecía que nos dormíamos, algo más nos despertaba.
"Te he echado de menos".
"Este es el mejor sitio del mundo, marte y júpiter".
Y... No sé cómo explicarlo, porque no hubo nada "especial", pero aún así ha sido de las noches más especiales que recuerdo con él. Tan.. Cerca. Joder, estaba tan cerca. De verdad, de ojo a ojo. Tanto que no parecía que se hubiese marchado.
Después se volvió loco, y yo con él, y maldito universo por hacer que me desangrase esa noche.
Y más tarde, su hombro, la oscuridad, y su brazos a mi al rededor.

El sábado, sin avisar y sin una pizca de ruido "¿quieres quedar? :)". Cómo para decirle que no. En qué situación hubiera sido yo capaz de negarme a eso.
Paseo hasta su casa. Paseo de invierno. Paseo de su mano. Paseo de lenguas que se hablan de verdad y de mentira. Aunque de mentira sea más de verdad que la verdad, por mucho que no se usen palabras. Su casa, el Lego  Star Wars, piques, risas, cena y a correr. Pero a correr con él, cogida de su mano, sin pensar en soltarle por un instante.
Y en esa parada de autobus, su sonrisa. Mi-su sonrisa. Tan bonita... Una estrella fugaz, como un deseo de navidad. Ella. Él. Ese era mi deseo.

Y hoy.. Su carita sonriente en su mensaje, alegrándome la mañana gris.
Y ahora... Su mensaje gris, ennegreciendo mi día, mi ánimo, y mis ojos, que vuelven a tener goteras.
A estas alturas debería aprender a no ilusionarme, y menos aún por cosas que están por venir. Cuándo me va a entrar en los genes que no puedo dar nada por sentado joder. 
Y aún así... Aún así me había ilusionado. Y ya no. Ni siquiera creo que sea culpa suya, y eso sólo lo hace peor. Y además, es bastante probable que le de bastante igual, y eso sólo lo hace bastante peor. 
La duda, cuando le pido un "sí". Mi duda, de si la duda se reduce realmente al hacinamiento de tareas por cumplir. Mi miedo, a que no sea así.
Sí, hablamos luego. Aunque implique que los diques últimamente secos revienten.
Siempre luego.


Vuelve...

lunes, 22 de diciembre de 2014

Día ciento tres sin él.

No he tenido tiempo de escribir en estos dos días, pero ayer leí mi anterior entrada y... Pues no pude flipar más.
¿Estamos gilipollas? En serio, leedla.
"Me duele en el alma, pero ya no puedo pedirte que vuelvas, sino que no te vayas".
Que. No. Te. Vayas.
Dios, cómo puedo ser tan imbécil a veces, tan jodidamente imbécil. ¿Volver de dónde? Ya está aquí, coño, que parece que encima me estoy saboteando a mí misma.
Vamos a ver, no ha vuelto, no soy... Nada suyo, ni he oído esas dos palabras que me quitan el sueño con su ausencia, pero tío, yo misma me delato: "que no te vayas". 
La epifanía que me dio muy fuerte y muy largo. El domingo lo pasé de un lado a otro cantando y bailando, cuan princesita Disney. 
Él está aquí.
Y por la noche me escapé, a sus manos con mis regalos de navidad caseros, y a su sonrisa con mi lengua desenfrenada y necesitada de él.
Y luego risas, y máááás risas en estados mentales que pasaban a través del humo. Y su mano, tan dulce, con la mía, de vuelta a casa...
Y esta mañana "lo siento mi vida.." en su cama, revolviendo aquí, revolviendo allá. Sus quédate, comiendo con Narnia, las teorías conspirativas sobre Mufasa y Aslan, saber que fui cactus en otra vida y que por eso he terminado con el guitarrista de Ataque de espinas.
Y después sus manos, otra vez "ven conmigo", tan  Christian que sus ojos tenían reflejos azules.
El metro hasta la tienda de guitarras, hasta el centro, tan dulce que sabía a roscón (por mucho que a él no le guste), y a la vuelta, más todavía: "¡se han dado un beso!".
Viene a mi casa, se lleva a mi gitana, y a mi corazón en la misma bolsa. Y un beso. Y esa sonrisa.
Y queda un poco bastante para verle, pero tengo su camiseta aquí, y la sensación de que mi epifanía es acertada, de que no fue tan sólo un desliz ortográfico, y que en el fondo sabía lo que decía aunque nada tuviera demasiado sentido en la frase en la que estaba envuelto.

Termina de volver, y no te marches.

sábado, 20 de diciembre de 2014

Día ciento uno sin él.

Se ha marchado, y tardará en volver.
Como premio de consolación, sus brazos, en su cama, de pura chiripa esta mañana. 
Como premio por idiota, preguntas vetadas sin respuesta:
"-Ya sé que tú no me vas a echar de menos, pero yo a ti sí.
-Jajajajajajaja".
"-Me da miedo que te marches y te olvides de mí. Ala, ya lo he dicho.
-Jjajajajjajajajjajaja".

El miedo corriéndome por las venas, de nuevo. En realidad me lo he buscado yo solita, poniendo a mis expectativas unos tacones que dejaban a la realidad hecha una canija. Es culpa mía, pero eso no va a hacer que este telón roto duela menos. Y lo que había escondido detrás, asusta, asusta a muerte.

Aún resuenan sus palabras en mis oídos "¿tú ves que ahora mismo haya algún signo de que me esté marchando? Pues ya está".
Dos días hacen, ni neonato. Y sin embargo, en esos dos días ha estado tan frío...  
Miedo, miedo en todas partes. Y de su parte, ni un mensaje. Viviría con un sencillo "hoy te he echado un poco de menos". Pero sé que no va a llegar. Esta vez metí la gamba hasta el fondo dejándome creer que las cosas iban bien, y ahora estoy pagando las consecuencias en noches sin dormir y lágrimas que se han apoltronado en mi cama. Pues muy bien, entendido. Me gustaría decir que de ahora en adelante no voy a esperar nada, pero sé que tiene tantas posibilidades de cumplirse como que al final del día haya conocido a Johnny Deep. 
Qué pena, hubiera sido bonito. 
Johnny, y tus palabras.
A diferencia de este día, que es horrible.
Y el miedo, que lo tengo pegado a la piel, dejando un olor horrible.
"-¿Crees en nosotros?
-Y yo qué sé. No tengo ni idea".
Peor que caerse desnuda en un glaciar abandonado a mil kilómetros a la redonda del mundo. 
Mucho peor.
"Si llega el momento de ponerle nombre... O si no llega.".
Todo mi ser se encoge pequeñito ante las infinitas posibilidades de dolor que arrastran esas palabras.
Me duele en el alma pero creo que ya no tiene sentido pedirte que vuelvas, sino que no te vayas. 
No volveré a dejar a mi esperanza libre. No hasta que verbalices que puedo hacerlo. Con dos palabras.
Ni permiso, ni premisas.Sólo su boca, por favor. 

viernes, 19 de diciembre de 2014

Día cien sin él.

Hoy es un día muy feo. Por eso me permití recordar algo muy bonito:
"Yo por navidad te quiero a ti. Lo he probado, y me gusta".

Puede que sólo me esté centrando en lo bueno, que esté dejando de lado lo malo, autoengañándome mintiéndome a mí misma, pero si me quedan dos días felices a su lado, tres, cuatro, medio... Quiero ser realmente feliz, en vez de torturarme ante su posible marcha. Al menos, todo lo que pueda. 

He aquí mi nuevo propósito; no engañarme ni olvidar que esto es precario, pero vivir, vivirle y vivirnos.
Deseadme suerte.


Vuelve.

jueves, 18 de diciembre de 2014

Día noventa y nueve sin él.

Apareció a las nueve por la puerta. Y a las nueve y cinco estaba en mi cama, diciendo que hacía frío, y achuchándose a mí. 
Besos. Muchos, Abrazos y sonrisas casi más. Y después a dormir.
Hasta que la mano suave del fin llegó en forma de telefonazo. Y ahí estaban sus brazos, ofreciéndome un lugar seguro. 
Inconsciencia con olor a él. 
Y después a chincharle. Por aquí, por allá... Darme cuenta de que no era él, sino su otra personalidad. Adorarle aún más. 
A dormir otro poco. 
Y peleas de almohadas, y guerras de cosquillas, y saltos en la cama para despertarle. Pedorretas, la habitación bañada en oro del sol y un revoltijo de sábanas entre nuestras carcajadas.
Despacio, su mano, tocándome. ¿Y la ropa? ¿Y el sentido, la lógica, la razón? Pues tomar por culo todas mientras se tomaba su tiempo en mis barrios bajos.
Fuerte. Muy fuerte. Tanto que pensé que me rompía, y quería que me rompiese. 
Después suave, en la cama. Tan dulce... Abrazo, sonrisa con hoyuelos, mirada a través del filtro de haberle tenido dentro.
Comer. Y el viaje de Chihiro en mi sofá, en sus brazos, con la mantita.
Y entonces... La penúltima carta para Charlie.
"A mí me gusta más cuando tú me lees".
Entre sollozos y voces ahogadas, ese párrafo "porque le amo, le amo, ¡le amo!", y en realidad todos los demás, porque era una yo tan pura que no sé si volvería a encontrarme de nuevo.
Acabar, y mirarle, incapaz de no esperar algo que sabía que no iba a venir, al menos esta tarde. 
"No llores, princesa".
Cómo no iba a llorar. Nada había cambiado. Seguía sin sentir eso por mí. A la larga se marcharía. O lo que es peor, a la corta. Y cómo sobrevivía yo eso. Que me lo explicara alguien porque sólo de pensarlo, incluso en sus brazos, todo lo que podía sentir era aquel devastador agujero por dentro devorándome las entrañas.
"Ya te dije que no tiene nada que ver contigo, que me siento así respecto a todo. Que no estoy preparado para ponerle nombre, y que cuando llegue el momento lo haré, o no si no llega, pero estoy haciendo lo que me apetece, lo que me sales, ¿sabes? Y me gusta estar contigo, dormir contigo, escapare de la composición para estar contigo, quedar contigo, besarte... No llores princesa, no te estoy dejando".
*I'm not leaving...*
El no eres tú, soy yo, nunca me ha sonado demasiado bien. No digo que no fuera cierto, digo que no me da ningún consuelo. 
A diferencia de sus palabras.
"Siento haberte presionado, no quería hacerlo. Es sólo que... A veces es tan duro...".
"Eh, mírame, ¿ves algún signo de que vaya a marcharme?"
"No..."
"Pues ya está" *Sonrisa de ésas que enamoran*.
Un achuchón. "Vete, tienes que irte". Su risa suave en mi oreja. "Vete, tienes que irte" imitando mi abrazo de oso que era totalmente opuesto a mis palabras.
Un beso, en la puerta. Una sonrisa, bonita como ella sola. Otro abrazo, Otro beso. La promesa de un mañana.
Y cuando se marchó, tiempo para pensar.
No es cierto, las cosas sí que habían cambiado. No habían acabado, que es distinto. Había pasado de la nada a esa parrafada. Había pasado de él echándome a él buscándome. 
Es cierto que tengo muchísimo por perder. Es cierto que aún no has vuelto. Pero también es cierto que no estamos donde acabó. Y lo más cierto de todo es la cantidad de cosas que tengo por ganar. Que tenemos por ganar. Que estoy aterrorizada, pero por primera vez, también sinceramente esperanzada. Que me siento fuerte, capaz de hacer que tengas ganas de volver. Y lo conseguiré, aunque me cueste todo. 
Las sábanas huelen a ti. 

Vuelve.

Día noventa y cinco sin él.

"Quiero achucharte mucho, ven en cuanto puedas".
A las seis de la tarde estaba allí, y lo primero que hizo fue espolearme para que me quitase el abrigo y demás enseres. Para abrirme su bata y ofrecerme el abrazo más cálido del mundo. Lo que yo más necesitaba en ese momento.
Después a su cuarto. Y oye, ¿una ducha?
Y el agua. Un beso. Dos. Y dentro, sin pensarlo, sin meditarlo, sin saber evitarlo. Dentro, más dentro.
Espero que los que vieran por la ventana disfrutasen.
Y después la ducha de verdad. Y a su cuarto otra vez. Mimitos, y más, y más mimitos. "Debemos de ser la pareja más moñas del universo". Y más mimitos.
Y entonces Harry Potter, en el sofá. La última. Y yo llorando sin poder evitarlo.Y él dulce, resguardándome en su regazo, en sus labios, en sus sonrisas.
Y vuelta a casa, a prepararlo todo. Mi ordenador en su mesa, desbloqueado y vulnerable. Al igual que yo. Pero si no confiaba en él a esas alturas... Nah, sí que lo hacía. 
Los nervios, las prisas, la incertidumbre. "Acabo de llegar al capítulo 27". "Léelo todo, acabalo".
Y entonces su carita sorprendida por la ventana, y yo hecha un manojo de nervios y carteles. Su sonrisa, en la puerta, cuando tenía que estar. La verdad inconfesable "te quise antes de conocerte, y ahora que te conozco, has hecho que me enamore de ti".
Ruby Sparks. 
"¿Podemos volver a empezar?"
"No"
"¿No..?"
"No, porque ya lo hemos hecho".
Un beso, El sentimiento de calor que produce una promesa que cae lentamente de una mirada que brilla, hasta unos labios que respiran de otros labios.
Su cama. Risas. Peleas. Achuchones, serios de besos, miradas, caricias... Sí, siento decir que tenemos el récord del mundo en empalagosos. Y que nos adoro.
La noche, en sus brazos. Retazos de recuerdos que  se confunden con la negrura de una habitación insondable y respiraciones tranquilas. Sus brazos a mi alrededor. Su cabecita apoyada en la mía. Sus manos buscándome cuando no me sentían inmediatamente cerca.
Y al despertar... La luz, dibujándome su rostro.  Y un "quédate" tras otro. Rendirme a la evidencia de que soy suya, y prometerle que volvería en menos de una hora. 
Volver en hora y cuarto.
Su sonrisa, sus achuchones, tan tiernos, tan sinceros, tan.. Saliéndole de dentro. 
Volver en hora y cuarto. Perderme en un mar de sofá con él.
Volver a volver. Que se vuelva conmigo. Siempre, hasta el final.
Los miedos, muy lejos de aquí.


sábado, 13 de diciembre de 2014

Día noventa y cuatro sin él.

Me siento estúpida. Y mezquina. Y asquerosamente despreciable.
Y más estúpida aún.
Su te quiero fue el mejor regalo que nadie pudiera haberme hecho esta mañana.
Lo siento...

viernes, 12 de diciembre de 2014

Me parece tan jodidamente cruel. Ver mis mensajes y sudar total y absolutamente de ellos. 
¿Qué soy yo para ti, tío? ¿Algo de lo que echas mano cuando estás cachondo y te aburres? ¿Lo que yo quiera decirte tiene tan poca importancia que puedes sudar totalmente de ello? No te importa una jodida mierda, ¿verdad? Es solo un puntito rojo de la psicótica esa en tu facebook. No hay sentimientos detrás, no hay una persona que lleva una tarde llorando detrás. Detrás sólo está la gilipollas esa que no se marchará pase lo que pase, ¿verdad? Así que da igual lo que pase, que sude de ella, que no la conteste, que vea como llegan sus mensajes y me sude la mismísima polla. Porque total, ella no se va a marchar, ¿verdad? Que se trague toda esta mierda mientras la ignoro, y ya si me toca mucho los cojones la mando a la mierda, total, para eso siempre hay tiempo, ¿no?
¿Qué importará ella? ¿Qué más dará? Es una puta llorona, llora por todo, es una exagerada, no puedo estar pendiente de ella todo el rato, joder. ¿Qué más da si siente que se quiere morir? ¿Qué más da si con una sonrisa podría arreglarla el día? ¿Qué más dará? No importa que lleve desde anoche diciéndome que necesita dos minutos míos enteramente para ella. Me duele la tripa, joder, a tomar por culo lo que sienta, lo que piense, lo que quiera. Qué más da. Ella da igual. No me importa una puta mierda. Mira, silencio sus mensajes, y a seguir ignorándola.  Qué más da.

Día noventa y tres sin él.

Tenía guardados cientos de borradores en los que narraba lo alucinante que estaba siendo todo, pero nunca tenía tiempo de escribirlo, supongo que estaba demasiado ocupada como para sonriendo junto a él.
Pero a porrón, a porrón, ¿eh? Ha habido momentos increíbles en estas últimas semanas.
Increíbles hasta el punto de sentir que estábamos. Sin más.
Y sin embargo, hoy, vuelvo a arrastrarme hasta aquí. Supongo que este lugar tiene sentido cuando siento que no puedo aferrarme a nada más.
Ayer por la tarde estaba raro. Cercano, pero raro. Había momentos en los que volvía... Pero estaba raro.
Ayer por la noche fue feo. Dolió. Se cebó conmigo, y sólo cuando me vio estallar paró.
Ahora.. Se está cebando. Otra vez. Y estoy acojonada. Muerta de miedo. Puedo buscar miles de expresiones, y ninguna de ellas llegará a dejar patente el pánico que me inunda ahora mismo sin piedad. No puedo respirar. No puedo pensar. Sólo llorar, y tambalearme, e intentar que este boquete de angustia no crezca.
Y no voy nada bien
Me va a dar algo. En serio. Sé que esto sobre-reaccionando, que probablemente sólo esté agobiado y yo le haya agobiado un poco más, pero... ¿Y si no? ¿Y si ya se ha hartado? ¿Y si ya se ha cansado? ¿Y si pretende mandarme a la mierda... Otra vez?
Estoy acojonada. Muerta de miedo. Y no sé cómo salvarme.