jueves, 18 de diciembre de 2014

Día noventa y cinco sin él.

"Quiero achucharte mucho, ven en cuanto puedas".
A las seis de la tarde estaba allí, y lo primero que hizo fue espolearme para que me quitase el abrigo y demás enseres. Para abrirme su bata y ofrecerme el abrazo más cálido del mundo. Lo que yo más necesitaba en ese momento.
Después a su cuarto. Y oye, ¿una ducha?
Y el agua. Un beso. Dos. Y dentro, sin pensarlo, sin meditarlo, sin saber evitarlo. Dentro, más dentro.
Espero que los que vieran por la ventana disfrutasen.
Y después la ducha de verdad. Y a su cuarto otra vez. Mimitos, y más, y más mimitos. "Debemos de ser la pareja más moñas del universo". Y más mimitos.
Y entonces Harry Potter, en el sofá. La última. Y yo llorando sin poder evitarlo.Y él dulce, resguardándome en su regazo, en sus labios, en sus sonrisas.
Y vuelta a casa, a prepararlo todo. Mi ordenador en su mesa, desbloqueado y vulnerable. Al igual que yo. Pero si no confiaba en él a esas alturas... Nah, sí que lo hacía. 
Los nervios, las prisas, la incertidumbre. "Acabo de llegar al capítulo 27". "Léelo todo, acabalo".
Y entonces su carita sorprendida por la ventana, y yo hecha un manojo de nervios y carteles. Su sonrisa, en la puerta, cuando tenía que estar. La verdad inconfesable "te quise antes de conocerte, y ahora que te conozco, has hecho que me enamore de ti".
Ruby Sparks. 
"¿Podemos volver a empezar?"
"No"
"¿No..?"
"No, porque ya lo hemos hecho".
Un beso, El sentimiento de calor que produce una promesa que cae lentamente de una mirada que brilla, hasta unos labios que respiran de otros labios.
Su cama. Risas. Peleas. Achuchones, serios de besos, miradas, caricias... Sí, siento decir que tenemos el récord del mundo en empalagosos. Y que nos adoro.
La noche, en sus brazos. Retazos de recuerdos que  se confunden con la negrura de una habitación insondable y respiraciones tranquilas. Sus brazos a mi alrededor. Su cabecita apoyada en la mía. Sus manos buscándome cuando no me sentían inmediatamente cerca.
Y al despertar... La luz, dibujándome su rostro.  Y un "quédate" tras otro. Rendirme a la evidencia de que soy suya, y prometerle que volvería en menos de una hora. 
Volver en hora y cuarto.
Su sonrisa, sus achuchones, tan tiernos, tan sinceros, tan.. Saliéndole de dentro. 
Volver en hora y cuarto. Perderme en un mar de sofá con él.
Volver a volver. Que se vuelva conmigo. Siempre, hasta el final.
Los miedos, muy lejos de aquí.


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