jueves, 30 de octubre de 2014

Día cincuenta y dos sin él.

Ayer salté.
Salté, sin más. Y sin nada.
Conseguí abrirme de par en par en vez de salir corriendo como llevo haciendo toda la vida.
Y sólo en el momento después en el que me miré en sus ojos, supe que no quería seguir corriendo. 
Nunca
más.

Hoy no fue un día sin él. Y ayer tampoco.
Drácula esperó eones por Mina. Puedo con esto. Y con todo. Siempre que sienta que volverás.
Y para bien o para mal... Así es.

Mañana es Halloween. Todo puede ser increíble... O que la balanza se joda hasta el punto de saltar por los aires.
No más bombas, por favor. 
Los atentados merman. Y se nota.

Pero siempre se puede seguir saltando. Siempre, desde más alto.

Vuelve..

martes, 28 de octubre de 2014

Día cincuenta sin él.

Creo que éstos últimos días han sido los más convulsos desde hace... Unos pocos días, en realidad. No sé si esto de que mi vida se parezca tanto a un accidente de coche me gusta o no. El segundo en el que el coche da vueltas y vueltas sobre sí mismo se alarga indefinidamente, y aunque creas que vas a morir, no puedes evitar creer que te salvarás. 
Pero por ahora estás en ese segundo.
La noche del viernes fue risas. 
La noche del sábado fue la más larga de mi vida.
Recuerdo los sudores fríos, las lágrimas incontrolables, el agobio, el no poder respirar, el agujero, como un monstruo enorme, sobreponiéndose a mí, abalanzándose sobre cada parte de mi ser que por alguna razón desconocida, aún no eran suyas. Recuerdo los "por favor, que no lo haga", los "joder, que no lo haga", "los él no haría esto". Recuerdo que todo se volvió negro, pero que ni siquiera así el dolor se iba.
La mañana del domingo fue la más larga de mi vida.
Incertidumbre. Botes. Aquí. Allí. ¿Se fueron? ¿Se quedaron? ¿Qué pasó? ¿Ella consiguió lo que quería? ¿Físico? O aún peor... ¿Con un vínculo? Por favor, no...
Y de repente. Zas, en toda la boca.
Las dos y media de la tarde del domingo fue uno de los mejores momentos de mi vida. 
Nada. De nada. Una pequeña respiración. Y otra. La sangre volviendo a circular, el corazón volviendo a latir. Nada. Pequeñas gotitas de felicidad mejilla abajo en una carrera de luz.
La noche del domingo fue uno de los momentos más dulces de mi vida. 
Su risa, sus besos, sus caricias. Una mirada... Derretida en sus brazos. Deseando fundirme en aquel momento sin saber que aún quedaba lo mejor. Los roces tan dentro que amenazaban con arreglarte, la música... Joder, la música.  Carpetas enteras... Para mí. Todo eso no podía haber desaparecido. Joder, no puede haber desaparecido. Toda esa música... Todos esos sentimientos. No puede. Nuestra canción... Tan dulce, tan triste, tan... Nosotros. 
"¿La acabaremos?" " Sí, vale".
Y al día siguiente dulce, y Diseny, y Hércules diciéndome que llegaré... Y yo rezando a Zeus para que tenga razón.
Hoy... Silencio. Pero con el recuerdo de ayer. Y la promesa de mañana. Y sin críos suyos dentro. 

Pero con él, tan, tan jodidamente cosido a la piel...

Vuelve.

jueves, 23 de octubre de 2014

Día cuarenta y cinco sin él.

Hoy se hizo duro, mucho. No estaba, aunque no estuviera mal. Y joder, a veces faltaba más que el aire.
Pero aún quedan 45 minutos de día. 
Suerte, no me abandones tan a la ligera.

Y tú... Vuelve.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Qué fácil es irse a dormir con una sonrisa cuando él te llama "princesa". O te llama. A secas.
Esperanza, ven aquí... Te voy a hacer un hueco a los pies de la cama. No me mates mientras duermo.

Día cuarenta y cuatro sin él.

Hoy no ha sido un día sin él. Y dios.

No sé cómo avanzar, pero no estoy retrocediendo.

"Le he dicho que iba con la novia".
"Es pensar que... Puede que nunca vuelvas a decir esto así, y me muero un poco". "Serás idiota".

La esperanza crece y crece, y a ver ahora quién la para.

Vuelve..

lunes, 20 de octubre de 2014

Pienso en su beso de pajita de anoche, y no puedo evitar pensar que si le propongo un vis à vis  accederá, pienso en hoy por la tarde... Y en fin. 
Inconsciencia, llévame.
... O tráele de vuelta, que viene a ser lo mismo
¿Es eso bueno? ¿O sólo piensa en mí como una cría pequeña que es "mona? ¿¿Algo de esto sirve una puta mierda??
Todo va a acabar mal, lo sé. Y aún así no puedo rendirme.  Sólo morirme poquito a poco. Muy poquito a poco. Sintiéndolo como si el dolor se deleitase de mis lágrimas.

Vuelve, joder, vuelve...

Día cuarenta y tres sin él.

Viene, y se va.
"Caracol".
Una palabra.
La palabra que más empiezo a odiar en todo el mundo. 
Todas las alarmas encendidas, el rabo entre las piernas, y la dignidad en manos de alguien que se la merezca más. Porque has sido una puta con ella.

No sé cuánto más voy a poder seguir así. Empiezo a estar tan inestable que cada cigarro puede ser la chispa que lo abrase todo. Y dolería menos.

Vuelve.

domingo, 19 de octubre de 2014

Se le ven las orejas al lobo y todo mi ser echa a temblar.
Pero la calma no desemboca en tempestad, y aunque no le haya visto, creo que he aplacado por hoy a la maldición.

Es normal que esté agobiada por el hecho de que se marche, porque aunque esa posibilidad exista siempre, ahora es mucho más grande, pero mi agobio no indica que nada malo vaya a ocurrir necesariamente, y debería controlarme, porque con mis salidas de nervios sólo consigo agobiarle y pasarlo mal a morir. 
...Piensa la yo razonable durante diez minutos. Hasta que inevitablemente se pierde en el pozo de los maremotos que azotan a cada segundo de más o de menos. La yo razonable mola, pero es muy floja.

Sin embargo... Joder, no me ha intentado apartar (TOCA MADERA). Y este finde lo hemos pasado entero juntos, como quien dice. Y salió de él. Joder, ¡un poquito de aliento! Puedo hacerlo. Podemos hacerlo, los dos juntos, aunque él aún no lo sepa. 

Hoy el mundo está a ralla. Lo que me queda de consciencia lo voy a dedicar a perderme en los recuerdos de ayer y antes de ayer, hasta el punto de que la realidad me sea irreconocible. Porque si hay algo que tengo que reconocerme... Es que aunque el miedo me hunda día sí y día también... Él sigue. 
Yo: :__
tu solo
haz que te crea

Antonio: lo hare

Yo: haz que crea que te quedaras
por favor..
lo necesito tanto..

Antonio: no es una cosa que tengas que creer
hoy hablamos cielo

Yo: necesito creerla
no quiero hablar
quiero acurrucarme en tus brazos

Antonio: no tienes por que creerlo
si puede ser verdad

Yo: y no salir de alli

Antonio: esta noche lo cumpliras

Yo: vale :___

Antonio: te quiero princesa
y esa es una realidad
que no te la va a quitar nadie

Yo: nadie?

Antonio: nadie princesa
te lo prometo

Dónde está,... Dónde está este chico, dónde está... Le necesito tanto.. Joder, joder, le nesito más que respirar... Dónde está, por favor... Vuelve, vuleve, vuelve... Es todo lo que quiero, por favor, por favor...

Día cuarenta y dos sin él.

Durante estos días no he escrito adrede, porque los días cuarenta y cuarenta y uno, si bien en el sentido literal de la frase sí han sido días sin él, en el sentido práctico de ninguna manera. 
Desde que el viernes me llamó a las ocho de la mañana, hasta que el domingo me despidió en la puerta hacia las tres de la mañana. No han sido días sin él. Y no quepo en mí de lo increíble que ha sido.
Sin embargo... Ahora mismo me encuentro triste, deprimida, asustada. Es domingo, y sus primeras palabras no han sido demasiado cercanas. ¿Habrá vuelto la maldición? Aunque no sé por qué hablo de volver cuando lo cierto es que nunca se ha terminado de ir. Por favor, que no me niegue. Le daré espacio, le daré lo que me pida, pero que no vuelva a apartarme, a ser frío, a barrerme de en medio. Esta semana ha sido de las más duras.
Además... Esas conversaciones de tuenti. Me... Quitan la vida. "Te amo con locura", "no quiero que esto acabe nunca". Llevo llorando como tres horas seguidas. Puede que sea triste, pero he alcanzado un punto en mi vida en el que todo lo que ansío, deseo o quiero es eso. Ese puñado de frases susurradas con sinceridad. No más guerras frías, no más agobios, no más... Sólo él y yo. Como antes. Sin mí tratando de apartarle. Sin él tratando de apartarme. Sólo... Nosotros. "Tú+yo=<3". 
Cómo duele escribir esto, joder. Cómo puto mata.

Vuelve...

jueves, 16 de octubre de 2014

Día treinta y nueve sin él.

A veces se aparece una luz.
Trémula, titilante. 
Tan difusa que ni siquiera puedes afirmar que la hayas visto con total seguridad.
Pero durante unos segundos o unos instantes, parpadeó sobre tus labios.
Y joder, qué falta hacía, por mucho que a la mañana siguiente todo siga tan oscuro como la boca de un lobo.
Que abra un poco más, que me meto entera.
O tal vez no, tal vez crea y persiga la pequeña luz.

Salta y cierra los ojos.

Vuelve.

miércoles, 15 de octubre de 2014

ODIO hablarle y que me responda como si fuera una puta molestia.  Una jodida molestia con la que tiene que lidiar.

LO ODIO!!!!
V.u.e.l.v.e.

Día treinta y ocho sin él.

El día treinta y siete sin él ha sido uno de los peores, sin lugar a dudas.
"Necesito estar solo".
"No sé si ha cambiado algo, depende de cómo lo mires".
Qué suerte tuve de no romper a gritar en ese momento. Gritar, sin más. Porque en aquel instante sentí que alguien podía morir al escuchar ciertas palabras. Si provienen de ciertas bocas. Ipso facto, como en un infarto.
Qué dolor. De verdad, qué dolor. Nunca imaginé que algo bueno podría llegar a convertirse en semejante tortura.
Pero es lo que tienen las cosas que merecen la pena.
Que 
nunca
son 
fáciles.

Hoy, queda la resaca del dolor; la soledad, al tristeza, el sentimiento de ser un cadáver que se bambolea a gusto del viento. De verdad creería que los zombies existen, pero esto que araña por dentro me trae una y otra vez a la consciencia, al suelo, a la vida. Este dolor me convierte en más viva de lo que mucha gente será nunca, y creo que nunca he deseado estar más
muerta.
Me he puesto como objetivo una semana. Si después de eso me sigue haciendo esto, no prometo nada. Y lo siento por la traición a las promesas ya formuladas, pero la vida no es justa, tal y como podéis observar. 
Duele tantísimo que no puedo hacer otra cosa que llorarme y drogarme. Dónde he quedado yo, que solía ser dueña de mi decrépita existencia.
La respuesta también duele.
En ti, estoy dentro de ti...

lunes, 13 de octubre de 2014

Día treinta y seis sin él.

El miedo me corroe, me controla, y no puedo ni respirar.
El vacío se ha instalado otra vez a la altura del esternón, y no hay nada capaz de hacerme ni siquiera un poco menos consciente de que me consume cada vez más y más. 
De verdad, que no puedo. Llevo toda la mañana aguantándome las ganas de llorar, y en un par de horas he ideado 61012 maneras de encontrarme con él, por casualidad o no. 
Y sabía que tendría que abortarlas a todas.
Como mis ganas de hablarle, de sentirle, de suplicarle que me cogiese de la mano y no me soltara, sin importar lo que pudiera llegar a suceder.
El vacío, otra vez...
Pensé que le había dado portazo.
Estos últimos días han estado inundados de luz, pero ahora mismo sólo soy capaz de intentar arañar jirones de oscuridad. 
Sácame de aquí.

Vuelve...

domingo, 12 de octubre de 2014

Y volvemos a lo mismo, a la incertidumbre de si le estaré agobiando con un mero "hola", al miedo a que se enfade porque le proponga quedar, al dolor infinito, las noches que parecen cuchillos saboreando tu piel. 
Volvemos a la oscuridad, de la que había emergido, casi sin beberlo ni comerlo, pero a la que había intentado dejar atrás con todas mis fuerzas. 
Moraleja: vigila tu espalda, los golpes de mala suerte están siempre al acecho.

Día treinta y cinco sin él.

Todo va como la seda, y de repente, un puñado de palabras lo ahogan todo.
Cómo pude ser tan estúpida, cómo pude pensar que iría bien sincerarme hasta ese punto.
No todo es admisible tal y como estamos, joder, cuándo va a entrarme eso en la cabeza.
"Y si no, nos damos un respiro, que no viene mal". 
Llevaba dos semanas sin esa mierda, pero parece que la maldición de los domingos ha vuelto. 
Imbécil, soy una completa imbécil. Cómo pensar que ya había ganado a esa reticencia. Cómo pensar que ya estaba empezando a debilitar las dudas.
Ahora veo que todo era mentira: "Marina, yo creo que necesito un respiro".
No puedo respirar. Joder, no puedo. Veo las palabras, y son como golpes que me quitan el aire, uno detrás de otro. No puedo. No puedo.
Estoy harta de los sábados de cuento y los domingos de tortura. Porque siento que muero sin la esperanza siquiera de revivir. 
"Me gustaría estar un tiempo en stand by. Yo solo, sin compromisos". 
Toma, y toma, y toma. Hostias como panes con la mano abierta. 
Y de verdad que no sé cuántas más puedo recibir. 

Vuelve. 
... No te marches más. 
Por favor...

jueves, 9 de octubre de 2014

Día treinta y dos sin él.

Joder, a veces parece que está tanto, tanto...
"Ellos follarán mucho. Yo no, porque estoy comprometido".
Eso sí, los niños ya son "sus" niños y no "nuestros" niños. Pero poco a poco.
La esperanza renace en mí sin que sepa cómo sortearla, y me da más miedo que cualquier maldición sobre la faz de la tierra.

Vuelve.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Día treinta y uno sin él.

Me busca. Me olvida. Me mima. Me aparta de una hostia.

Me hace sonreír. Me hace llorar. 

Me hace reír. Me hace sentir que sólo quiero derribar paredes.

Estoy cansada de tanta montaña rusa. Quiero una lanzadera que no acabe.

Vuelve.

martes, 7 de octubre de 2014

Día treinta sin él.

Ayer hubiéramos hecho dos años, y en vez de eso quemamos un deseo. 

Hoy hace un mes que estoy sin él, y parecía que estaba más aquí de lo que lo había estado en mucho tiempo. Mucho antes de que empezara toda la debacle de muerte en vida. 

Tengo miedo de su deseo.  Miedo de que piense que el mío era algo distinto a él. Miedo a que el suyo fuera un yo lejos. 

No quiero volver a pasar otro seis sin desearle que sea feliz. Un seis sin un "feliz seis" no es sino un seis moribundo.
... Pero algo moribundo no tiene por qué morir.

Poner toda la carne en el asador. A muerte. O a vida. Los dos extremos de la apuesta que me estoy jugando.

Vuelve.

domingo, 5 de octubre de 2014

"Es tu alma gemela y lo sabes. Que sea perfecta no quiere decir que no haya broncas pero sí has encontrado a esa persona que buscabas y que dudabas que existiera. Pero ahí está, a tu lado".

Y no puedo dejarle marchar.

Día veintiocho sin él.

Y recuerdo anoche cuando me rehuía. 
Y recuerdo anoche cuando nada más verme me vino a buscar. 
Y recuerdo cuando se apartaba de mí.
Y recuerdo cuando le buscaba y veía que él ya estaba mirándome.
Y recuerdo cuando parecía que quería soltar mi mano (aunque no lo hiciera).
Y recuerdo cuando me achuchó en el bus tan dulce que pensé que me derretía.
Y recuerdo cuando cantamos "you have to fight, for your right, to party" a la vez a raíz de algo que alguien había dicho.
Y recuerdo cuando vino a "ligar" conmigo. Lo dulce que fue. Y el beso de después.
Y recuerdo cuando me habló de lo increíble que era nuestra telepatía en el bus, de todas las vertientes que tenía.
Y recuerdo la sonrisa que me regaló cuando, al preguntarme qué haría, le contesté "un colacao ahora no estaría mal".
Y recuerdo que luego se le olvidó. 
Y recuerdo cómo se "enfadó" porque no podía quedarme a dormir.
Y recuerdo cuando se vistió para venir a acompañarme.
Y recuerdo cuando no vino a acompañarme.
Y recuerdo el dolor de corazón hasta quedarme dormida, y cómo me perseguía después en sueños.

Pero duele porque está. 
Y me da hasta miedo decirlo, pero el saldo de la noche, con todo lo bueno y lo malo, me sale positivo. Y no sé cómo hacértelo ver.

Vuelve.

viernes, 3 de octubre de 2014

Veía a Gaara echarse la mano al pecho, y gritar que aunque no le sangrase le dolía.
Veía al tío de Gaara diciéndole que hay heridas que a veces no se curan nunca.
Veía a Gaara gritando de dolor a los cuatro vientos.
Y sólo podía llorar, y pensar que lo que más necesitaba yo era gritar de aquella manera, sin preocuparme de absolutamente nada más que de intentar sacar esto que me consume por dentro, de alguna manera. 

Y le veía llorar, hundirse y no volver a renacer.
Y sólo podía llorar, hundirme, y desear, con toda mi alma, volver a renacer.
Porque volver, siempre es hacia ti.

Vuelve.

Día veintiseis y veintisiente sin él.

Hay princesas que se susurran al oído, cómplices, pero reales.
Hay tardes en las que parece que la incertidumbre, el dolor, la rabia y la impotencia lo dominan todo.
Y él no está.

El momento en el que empecé a odiar los viernes llegó contigo.
Como casi todo lo demás.

Hoy he salido a la calle, y el tiempo era agradable, pero nubes compactas y oscuras empezaban a deslizarse por el cielo.
El verano se acaba, y llega el otoño.
Pasado mañana habríamos hecho dos años.
Y no sé cómo hacerme a la idea de que voy a pasar estos meses naranjas sin él.
Sencillamente, no puedo.

Vuelve.