Y volvemos a lo mismo, a la incertidumbre de si le estaré agobiando con un mero "hola", al miedo a que se enfade porque le proponga quedar, al dolor infinito, las noches que parecen cuchillos saboreando tu piel.
Volvemos a la oscuridad, de la que había emergido, casi sin beberlo ni comerlo, pero a la que había intentado dejar atrás con todas mis fuerzas.
Moraleja: vigila tu espalda, los golpes de mala suerte están siempre al acecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario