viernes, 3 de octubre de 2014

Día veintiseis y veintisiente sin él.

Hay princesas que se susurran al oído, cómplices, pero reales.
Hay tardes en las que parece que la incertidumbre, el dolor, la rabia y la impotencia lo dominan todo.
Y él no está.

El momento en el que empecé a odiar los viernes llegó contigo.
Como casi todo lo demás.

Hoy he salido a la calle, y el tiempo era agradable, pero nubes compactas y oscuras empezaban a deslizarse por el cielo.
El verano se acaba, y llega el otoño.
Pasado mañana habríamos hecho dos años.
Y no sé cómo hacerme a la idea de que voy a pasar estos meses naranjas sin él.
Sencillamente, no puedo.

Vuelve.

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