Durante estos días no he escrito adrede, porque los días cuarenta y cuarenta y uno, si bien en el sentido literal de la frase sí han sido días sin él, en el sentido práctico de ninguna manera.
Desde que el viernes me llamó a las ocho de la mañana, hasta que el domingo me despidió en la puerta hacia las tres de la mañana. No han sido días sin él. Y no quepo en mí de lo increíble que ha sido.
Sin embargo... Ahora mismo me encuentro triste, deprimida, asustada. Es domingo, y sus primeras palabras no han sido demasiado cercanas. ¿Habrá vuelto la maldición? Aunque no sé por qué hablo de volver cuando lo cierto es que nunca se ha terminado de ir. Por favor, que no me niegue. Le daré espacio, le daré lo que me pida, pero que no vuelva a apartarme, a ser frío, a barrerme de en medio. Esta semana ha sido de las más duras.
Además... Esas conversaciones de tuenti. Me... Quitan la vida. "Te amo con locura", "no quiero que esto acabe nunca". Llevo llorando como tres horas seguidas. Puede que sea triste, pero he alcanzado un punto en mi vida en el que todo lo que ansío, deseo o quiero es eso. Ese puñado de frases susurradas con sinceridad. No más guerras frías, no más agobios, no más... Sólo él y yo. Como antes. Sin mí tratando de apartarle. Sin él tratando de apartarme. Sólo... Nosotros. "Tú+yo=<3".
Cómo duele escribir esto, joder. Cómo puto mata.
Vuelve...
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