domingo, 19 de octubre de 2014

Se le ven las orejas al lobo y todo mi ser echa a temblar.
Pero la calma no desemboca en tempestad, y aunque no le haya visto, creo que he aplacado por hoy a la maldición.

Es normal que esté agobiada por el hecho de que se marche, porque aunque esa posibilidad exista siempre, ahora es mucho más grande, pero mi agobio no indica que nada malo vaya a ocurrir necesariamente, y debería controlarme, porque con mis salidas de nervios sólo consigo agobiarle y pasarlo mal a morir. 
...Piensa la yo razonable durante diez minutos. Hasta que inevitablemente se pierde en el pozo de los maremotos que azotan a cada segundo de más o de menos. La yo razonable mola, pero es muy floja.

Sin embargo... Joder, no me ha intentado apartar (TOCA MADERA). Y este finde lo hemos pasado entero juntos, como quien dice. Y salió de él. Joder, ¡un poquito de aliento! Puedo hacerlo. Podemos hacerlo, los dos juntos, aunque él aún no lo sepa. 

Hoy el mundo está a ralla. Lo que me queda de consciencia lo voy a dedicar a perderme en los recuerdos de ayer y antes de ayer, hasta el punto de que la realidad me sea irreconocible. Porque si hay algo que tengo que reconocerme... Es que aunque el miedo me hunda día sí y día también... Él sigue. 

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