domingo, 30 de noviembre de 2014

Día ochenta y uno sin él.

El viernes empezó con una llamada. Una llamada que decía "¿Te acuerdas de que habíamos quedado hoy, quedado de verdad? Pues bien, ya no, porque compongo". Dicho más bonito, más suave, menos bestia, pero el significado era inamovible. Y yo me revolví y me hundí, como si tuviera cinco o seis años, y el corazón roto entre los dedos.
Y aunque vaya camino de los veinte, el corazón se encontraba definitivamente en ese estado.
Pero como todo esto va de crecer, y de aprender a ver las cosas, vi que no era justo. Ni lo que él hacía, ni tampoco lo que hacía yo. Que era una putada que me plantara así, pero que tenían una fecha cerrada y poco tiempo, por no decir nada. Y no dolía menos, pero sabía que no podía dejar las cosas así. Y vomité todo esto en una nota de audio del baño del centro de salud de Galapagar. Y en realidad me sentí algo mejor. Y cuando vi su "lo siento..." definitivamente ya podía sonreír. Un poco.
Aquella tarde fui con intención de gimnasio. Y de repente estábamos perdidos en su cama, riéndonos, con HOTD, tan dulces y moñas que estábamos a punto de desbancar a Disney. A punto, os digo.
Me dijo que había tenido una pesadilla. Le dije que me contara, y me contestó que yo moría. Le pedí detalles y rehusó, pero su cara tenía un deje real de angustia cuando remarcó que aquellas eran sus pesadillas. Me llegó muy dentro, he de admitirlo. Mucho. Mis malos sueños también tienen que ver siempre con perderle.
Y luego me marché, con Car, de compras, y conseguí un vestido para enamorar, y otro... Para levantar a un muerto, podría decirse.
Y por la noche no bajé a su casa, como había pensado, pero estaba tan cansada que quedamos en su cabeza para esa madrugada, y me fui a dormir.
Al día siguiente un mensaje "vale, quedamos en mi cabeza, pero no mueras :c". Y una sonrisa no más abrir los párpados.
Y entonces, mis chicas. Y spaguetti carbonara, y algún piti. Él desaparecido en combate. Y empezar a hablar, y a hablar... Y ya no poder parar. Cómo las echaba de menos. Así, no de fiesta, sino sólo nosotras, en el sofá, con turrón de Oreo y sin ningún tipo de tapujos. Y de repente, ¡joder, las seis!
Y de vuelta a casa, con un par de frases suyas que plasmaban su nivel de saturación.
Llegar a casa y todo en silencio. Bakuman, y a morir mucho de amor. Pero mucho, ¿eh? Y que si sale, si no se sale. Él desaparecido en combate.
Y al final una mano, un atisbo. Una llamada "que no salgo, pero voy a ir casa de Pato. Puedes venirte, si quieres. Me da igual. Quiero decir, que no me importaría estar solo, pero tampoco me importa si vienes. Qué mal me expreso, no lo digo en plan mal".
Y el corazón partidito en dos otra vez. Que sí, que no va en plan mal, pero que prefiero que me odies a que esté ahí sin que te importe.
Bajar a su casa, congelada y con un piti en la mano. Entrar, y un beso. Hasta su habitación. Que una vez allí, y sin mediar palabra, comenzara a quitarme la ropa; primero la mochila, luego los cascos, luego el abrigo, luego los zapatos. Que abriese su cama y me llevase hasta ella. Que una vez dentro, me tapase hasta la naricita y me abrazase tan fuerte que parecía que iba a desaparecer entre sus brazos. "Tienes que entrar en calor". Joder. Pero cómo podía ser tan tierno. Cómo podía darle igual y ser tan jodidamente tierno. "No hay un sitio mejor en el mundo, ¿eh?" "No... No lo hay". Y así, achuchaditos, hasta que entré en calor.
"Oye, ¿te ape mucho ir a casa de Pato?" "Que no, que no vamos". "A ver, es que tampoco es eso, si te ape vamos, sabes, que no quiero... Molestar, y eso". "Que no vamos y ya".
Y aych.
Entonces fue cuando me separé de él y le miré "no puedo quedarme si te es indiferente que esté aquí". "Tú no vas a ninguna parte". "¿Te da igual que me marche?" "No".
Sonreí y me recosté contra él, porque la única premisa no contraria a "no quiero que te marches" es "quiero que te quedes". Y eso era lo que yo quería, quedarme. Estaba bien saber que teníamos objetivos conjuntos.
"-Eres mi sitio favorito en el mundo, que lo sepas.
-¿Tu sitio favorito..?
-Sí, y mi estación favorita. Porque haces mi temperatura ideal, y hueles como a mí me gusta.
-Soy muchas cosas favoritas...
-Eres mi cosa preferida.
-Ah, ¿ahora soy una cosa?
-Vale, no.  Eres mi persona prefe en el mundo".
Silencio.
"-¿Te incomoda que te diga estas cosas..?
-No.
-Vale".
Y más achuchones, y más besos. Y la nena, y su grabación super chachi. Y ¡mira que foto tan bonita! Y... ¿Fotos? Porfa, porfa. Y fotos, tan nuestras como lo más nuestro de nosotros mismos. Preciosas. Tan adorables como el cap más pasteloso de Bakuman. Y a la vez, tan guays como la cacería más guay de Gantz. Nosotros. Sin más.
"Vamos a ver The Walinkg Dead" ¿En serio la vida? ¿Había algún concurso para ver la peor serie americana en emisión? No quiso decirme por qué quería verla, pero menos mal que conseguí que aquello no fuera a mayores.
Le dije que si quería que le leyese. Me dijo que sí. Así que.. ¡Here we go, cap 19! Era más durillo de lo que recordaba. Sobre todo el final. Pero luego era dulce. Y jasioso. Y conseguí hacérselo ver. Aunque no fuera capaz de sacarle nada sobre los caps, sí que veía cómo le jodían algunas cosas, y no me gustaba. Porque no era el propósito de aquello. Y porque si eso le hacía sentirse mal, lo que venía después...
Bajamos a por un colacao y galletas, en compañía de Agallas, el perro cobarde. En el sofá, el se tumbó detrás mía, y a veces notaba cómo ponía la cabeza detrás de mi espalda y me achuchaba mucho y muy fuerte. Y me moría tanto de amor, que no sabía cómo no había alguna externalización de todo eso.
Y luego "a dormir". "¿A dormir? ¿Ya?". "Sí." Lo cierto es que fue un poquito seco, y me dio miedo que quisiera dormir sólo para no tener que... No sé, verme, aguantarme más. No sé si son miedos infundados, infantiles o estúpidos, pero ahí estaban. Y costaba desterrarlos.
Pero charlamos. Y fue dulce. Casi tanto como los achuchones. "Me gusta mucho cuando... Me achuchas, como antes viendo Agallas. Pero.. A veces no puedo evitar... ¿Lo haces porque te apetece?" "No, si te parece". "Es que a veces no puedo evitar pensar que... Al leer el blog te sientes culpable y lo haces por eso o algo así". "NO". "O... Como Adolfo, por costum..." "NO". "Vale, vale, jajajajaja".
Y esa risa tan de verdad. Y sus manos a mi al rededor, apretándome mucho contra él. Y al final, el sueño, deslizándose sobre ambos, los párpados que pesaban, y una última noción de su olor antes de caer sin remedio.
Cuando sonó el despertador, estuve a punto de mandarlo todo a la mierda y perderme en sus sábanas, pero sabía que tenía que irme, así que le achuché un poco y me marché.
Recuerdo que le recé el verso de aquella canción de Axl: "he rebuscado por todo el universo y me encontré en sus ojos".

No hay comentarios:

Publicar un comentario