domingo, 28 de diciembre de 2014

"Hablamos luego tranquilamente".
Estoy muerta de miedo.
Absoluta y totalmente muerta de miedo.

Día ciento nueve sin él.

El viernes fue... Mágico.
Después de tres días sin casi nada de él, encerrada como un león, y con las paredes estrechándose cada vez más, de repente, sus brazos. Mimos durante la cena, y al llegar a su habitación, uno de los mejores abrazos que me ha dado nunca. Largo, infinito, dulce y fuerte al mismo tiempo. Besos, más besos, sonrisas más anchas que la vía Láctea. Bailar One en su hombro mientras me tocaba como a su guitarra. La cama, charlar, reír, hacer el mongolo. Y cada vez que parecía que nos dormíamos, algo más nos despertaba.
"Te he echado de menos".
"Este es el mejor sitio del mundo, marte y júpiter".
Y... No sé cómo explicarlo, porque no hubo nada "especial", pero aún así ha sido de las noches más especiales que recuerdo con él. Tan.. Cerca. Joder, estaba tan cerca. De verdad, de ojo a ojo. Tanto que no parecía que se hubiese marchado.
Después se volvió loco, y yo con él, y maldito universo por hacer que me desangrase esa noche.
Y más tarde, su hombro, la oscuridad, y su brazos a mi al rededor.

El sábado, sin avisar y sin una pizca de ruido "¿quieres quedar? :)". Cómo para decirle que no. En qué situación hubiera sido yo capaz de negarme a eso.
Paseo hasta su casa. Paseo de invierno. Paseo de su mano. Paseo de lenguas que se hablan de verdad y de mentira. Aunque de mentira sea más de verdad que la verdad, por mucho que no se usen palabras. Su casa, el Lego  Star Wars, piques, risas, cena y a correr. Pero a correr con él, cogida de su mano, sin pensar en soltarle por un instante.
Y en esa parada de autobus, su sonrisa. Mi-su sonrisa. Tan bonita... Una estrella fugaz, como un deseo de navidad. Ella. Él. Ese era mi deseo.

Y hoy.. Su carita sonriente en su mensaje, alegrándome la mañana gris.
Y ahora... Su mensaje gris, ennegreciendo mi día, mi ánimo, y mis ojos, que vuelven a tener goteras.
A estas alturas debería aprender a no ilusionarme, y menos aún por cosas que están por venir. Cuándo me va a entrar en los genes que no puedo dar nada por sentado joder. 
Y aún así... Aún así me había ilusionado. Y ya no. Ni siquiera creo que sea culpa suya, y eso sólo lo hace peor. Y además, es bastante probable que le de bastante igual, y eso sólo lo hace bastante peor. 
La duda, cuando le pido un "sí". Mi duda, de si la duda se reduce realmente al hacinamiento de tareas por cumplir. Mi miedo, a que no sea así.
Sí, hablamos luego. Aunque implique que los diques últimamente secos revienten.
Siempre luego.


Vuelve...

lunes, 22 de diciembre de 2014

Día ciento tres sin él.

No he tenido tiempo de escribir en estos dos días, pero ayer leí mi anterior entrada y... Pues no pude flipar más.
¿Estamos gilipollas? En serio, leedla.
"Me duele en el alma, pero ya no puedo pedirte que vuelvas, sino que no te vayas".
Que. No. Te. Vayas.
Dios, cómo puedo ser tan imbécil a veces, tan jodidamente imbécil. ¿Volver de dónde? Ya está aquí, coño, que parece que encima me estoy saboteando a mí misma.
Vamos a ver, no ha vuelto, no soy... Nada suyo, ni he oído esas dos palabras que me quitan el sueño con su ausencia, pero tío, yo misma me delato: "que no te vayas". 
La epifanía que me dio muy fuerte y muy largo. El domingo lo pasé de un lado a otro cantando y bailando, cuan princesita Disney. 
Él está aquí.
Y por la noche me escapé, a sus manos con mis regalos de navidad caseros, y a su sonrisa con mi lengua desenfrenada y necesitada de él.
Y luego risas, y máááás risas en estados mentales que pasaban a través del humo. Y su mano, tan dulce, con la mía, de vuelta a casa...
Y esta mañana "lo siento mi vida.." en su cama, revolviendo aquí, revolviendo allá. Sus quédate, comiendo con Narnia, las teorías conspirativas sobre Mufasa y Aslan, saber que fui cactus en otra vida y que por eso he terminado con el guitarrista de Ataque de espinas.
Y después sus manos, otra vez "ven conmigo", tan  Christian que sus ojos tenían reflejos azules.
El metro hasta la tienda de guitarras, hasta el centro, tan dulce que sabía a roscón (por mucho que a él no le guste), y a la vuelta, más todavía: "¡se han dado un beso!".
Viene a mi casa, se lleva a mi gitana, y a mi corazón en la misma bolsa. Y un beso. Y esa sonrisa.
Y queda un poco bastante para verle, pero tengo su camiseta aquí, y la sensación de que mi epifanía es acertada, de que no fue tan sólo un desliz ortográfico, y que en el fondo sabía lo que decía aunque nada tuviera demasiado sentido en la frase en la que estaba envuelto.

Termina de volver, y no te marches.

sábado, 20 de diciembre de 2014

Día ciento uno sin él.

Se ha marchado, y tardará en volver.
Como premio de consolación, sus brazos, en su cama, de pura chiripa esta mañana. 
Como premio por idiota, preguntas vetadas sin respuesta:
"-Ya sé que tú no me vas a echar de menos, pero yo a ti sí.
-Jajajajajajaja".
"-Me da miedo que te marches y te olvides de mí. Ala, ya lo he dicho.
-Jjajajajjajajajjajaja".

El miedo corriéndome por las venas, de nuevo. En realidad me lo he buscado yo solita, poniendo a mis expectativas unos tacones que dejaban a la realidad hecha una canija. Es culpa mía, pero eso no va a hacer que este telón roto duela menos. Y lo que había escondido detrás, asusta, asusta a muerte.

Aún resuenan sus palabras en mis oídos "¿tú ves que ahora mismo haya algún signo de que me esté marchando? Pues ya está".
Dos días hacen, ni neonato. Y sin embargo, en esos dos días ha estado tan frío...  
Miedo, miedo en todas partes. Y de su parte, ni un mensaje. Viviría con un sencillo "hoy te he echado un poco de menos". Pero sé que no va a llegar. Esta vez metí la gamba hasta el fondo dejándome creer que las cosas iban bien, y ahora estoy pagando las consecuencias en noches sin dormir y lágrimas que se han apoltronado en mi cama. Pues muy bien, entendido. Me gustaría decir que de ahora en adelante no voy a esperar nada, pero sé que tiene tantas posibilidades de cumplirse como que al final del día haya conocido a Johnny Deep. 
Qué pena, hubiera sido bonito. 
Johnny, y tus palabras.
A diferencia de este día, que es horrible.
Y el miedo, que lo tengo pegado a la piel, dejando un olor horrible.
"-¿Crees en nosotros?
-Y yo qué sé. No tengo ni idea".
Peor que caerse desnuda en un glaciar abandonado a mil kilómetros a la redonda del mundo. 
Mucho peor.
"Si llega el momento de ponerle nombre... O si no llega.".
Todo mi ser se encoge pequeñito ante las infinitas posibilidades de dolor que arrastran esas palabras.
Me duele en el alma pero creo que ya no tiene sentido pedirte que vuelvas, sino que no te vayas. 
No volveré a dejar a mi esperanza libre. No hasta que verbalices que puedo hacerlo. Con dos palabras.
Ni permiso, ni premisas.Sólo su boca, por favor. 

viernes, 19 de diciembre de 2014

Día cien sin él.

Hoy es un día muy feo. Por eso me permití recordar algo muy bonito:
"Yo por navidad te quiero a ti. Lo he probado, y me gusta".

Puede que sólo me esté centrando en lo bueno, que esté dejando de lado lo malo, autoengañándome mintiéndome a mí misma, pero si me quedan dos días felices a su lado, tres, cuatro, medio... Quiero ser realmente feliz, en vez de torturarme ante su posible marcha. Al menos, todo lo que pueda. 

He aquí mi nuevo propósito; no engañarme ni olvidar que esto es precario, pero vivir, vivirle y vivirnos.
Deseadme suerte.


Vuelve.

jueves, 18 de diciembre de 2014

Día noventa y nueve sin él.

Apareció a las nueve por la puerta. Y a las nueve y cinco estaba en mi cama, diciendo que hacía frío, y achuchándose a mí. 
Besos. Muchos, Abrazos y sonrisas casi más. Y después a dormir.
Hasta que la mano suave del fin llegó en forma de telefonazo. Y ahí estaban sus brazos, ofreciéndome un lugar seguro. 
Inconsciencia con olor a él. 
Y después a chincharle. Por aquí, por allá... Darme cuenta de que no era él, sino su otra personalidad. Adorarle aún más. 
A dormir otro poco. 
Y peleas de almohadas, y guerras de cosquillas, y saltos en la cama para despertarle. Pedorretas, la habitación bañada en oro del sol y un revoltijo de sábanas entre nuestras carcajadas.
Despacio, su mano, tocándome. ¿Y la ropa? ¿Y el sentido, la lógica, la razón? Pues tomar por culo todas mientras se tomaba su tiempo en mis barrios bajos.
Fuerte. Muy fuerte. Tanto que pensé que me rompía, y quería que me rompiese. 
Después suave, en la cama. Tan dulce... Abrazo, sonrisa con hoyuelos, mirada a través del filtro de haberle tenido dentro.
Comer. Y el viaje de Chihiro en mi sofá, en sus brazos, con la mantita.
Y entonces... La penúltima carta para Charlie.
"A mí me gusta más cuando tú me lees".
Entre sollozos y voces ahogadas, ese párrafo "porque le amo, le amo, ¡le amo!", y en realidad todos los demás, porque era una yo tan pura que no sé si volvería a encontrarme de nuevo.
Acabar, y mirarle, incapaz de no esperar algo que sabía que no iba a venir, al menos esta tarde. 
"No llores, princesa".
Cómo no iba a llorar. Nada había cambiado. Seguía sin sentir eso por mí. A la larga se marcharía. O lo que es peor, a la corta. Y cómo sobrevivía yo eso. Que me lo explicara alguien porque sólo de pensarlo, incluso en sus brazos, todo lo que podía sentir era aquel devastador agujero por dentro devorándome las entrañas.
"Ya te dije que no tiene nada que ver contigo, que me siento así respecto a todo. Que no estoy preparado para ponerle nombre, y que cuando llegue el momento lo haré, o no si no llega, pero estoy haciendo lo que me apetece, lo que me sales, ¿sabes? Y me gusta estar contigo, dormir contigo, escapare de la composición para estar contigo, quedar contigo, besarte... No llores princesa, no te estoy dejando".
*I'm not leaving...*
El no eres tú, soy yo, nunca me ha sonado demasiado bien. No digo que no fuera cierto, digo que no me da ningún consuelo. 
A diferencia de sus palabras.
"Siento haberte presionado, no quería hacerlo. Es sólo que... A veces es tan duro...".
"Eh, mírame, ¿ves algún signo de que vaya a marcharme?"
"No..."
"Pues ya está" *Sonrisa de ésas que enamoran*.
Un achuchón. "Vete, tienes que irte". Su risa suave en mi oreja. "Vete, tienes que irte" imitando mi abrazo de oso que era totalmente opuesto a mis palabras.
Un beso, en la puerta. Una sonrisa, bonita como ella sola. Otro abrazo, Otro beso. La promesa de un mañana.
Y cuando se marchó, tiempo para pensar.
No es cierto, las cosas sí que habían cambiado. No habían acabado, que es distinto. Había pasado de la nada a esa parrafada. Había pasado de él echándome a él buscándome. 
Es cierto que tengo muchísimo por perder. Es cierto que aún no has vuelto. Pero también es cierto que no estamos donde acabó. Y lo más cierto de todo es la cantidad de cosas que tengo por ganar. Que tenemos por ganar. Que estoy aterrorizada, pero por primera vez, también sinceramente esperanzada. Que me siento fuerte, capaz de hacer que tengas ganas de volver. Y lo conseguiré, aunque me cueste todo. 
Las sábanas huelen a ti. 

Vuelve.

Día noventa y cinco sin él.

"Quiero achucharte mucho, ven en cuanto puedas".
A las seis de la tarde estaba allí, y lo primero que hizo fue espolearme para que me quitase el abrigo y demás enseres. Para abrirme su bata y ofrecerme el abrazo más cálido del mundo. Lo que yo más necesitaba en ese momento.
Después a su cuarto. Y oye, ¿una ducha?
Y el agua. Un beso. Dos. Y dentro, sin pensarlo, sin meditarlo, sin saber evitarlo. Dentro, más dentro.
Espero que los que vieran por la ventana disfrutasen.
Y después la ducha de verdad. Y a su cuarto otra vez. Mimitos, y más, y más mimitos. "Debemos de ser la pareja más moñas del universo". Y más mimitos.
Y entonces Harry Potter, en el sofá. La última. Y yo llorando sin poder evitarlo.Y él dulce, resguardándome en su regazo, en sus labios, en sus sonrisas.
Y vuelta a casa, a prepararlo todo. Mi ordenador en su mesa, desbloqueado y vulnerable. Al igual que yo. Pero si no confiaba en él a esas alturas... Nah, sí que lo hacía. 
Los nervios, las prisas, la incertidumbre. "Acabo de llegar al capítulo 27". "Léelo todo, acabalo".
Y entonces su carita sorprendida por la ventana, y yo hecha un manojo de nervios y carteles. Su sonrisa, en la puerta, cuando tenía que estar. La verdad inconfesable "te quise antes de conocerte, y ahora que te conozco, has hecho que me enamore de ti".
Ruby Sparks. 
"¿Podemos volver a empezar?"
"No"
"¿No..?"
"No, porque ya lo hemos hecho".
Un beso, El sentimiento de calor que produce una promesa que cae lentamente de una mirada que brilla, hasta unos labios que respiran de otros labios.
Su cama. Risas. Peleas. Achuchones, serios de besos, miradas, caricias... Sí, siento decir que tenemos el récord del mundo en empalagosos. Y que nos adoro.
La noche, en sus brazos. Retazos de recuerdos que  se confunden con la negrura de una habitación insondable y respiraciones tranquilas. Sus brazos a mi alrededor. Su cabecita apoyada en la mía. Sus manos buscándome cuando no me sentían inmediatamente cerca.
Y al despertar... La luz, dibujándome su rostro.  Y un "quédate" tras otro. Rendirme a la evidencia de que soy suya, y prometerle que volvería en menos de una hora. 
Volver en hora y cuarto.
Su sonrisa, sus achuchones, tan tiernos, tan sinceros, tan.. Saliéndole de dentro. 
Volver en hora y cuarto. Perderme en un mar de sofá con él.
Volver a volver. Que se vuelva conmigo. Siempre, hasta el final.
Los miedos, muy lejos de aquí.


sábado, 13 de diciembre de 2014

Día noventa y cuatro sin él.

Me siento estúpida. Y mezquina. Y asquerosamente despreciable.
Y más estúpida aún.
Su te quiero fue el mejor regalo que nadie pudiera haberme hecho esta mañana.
Lo siento...

viernes, 12 de diciembre de 2014

Me parece tan jodidamente cruel. Ver mis mensajes y sudar total y absolutamente de ellos. 
¿Qué soy yo para ti, tío? ¿Algo de lo que echas mano cuando estás cachondo y te aburres? ¿Lo que yo quiera decirte tiene tan poca importancia que puedes sudar totalmente de ello? No te importa una jodida mierda, ¿verdad? Es solo un puntito rojo de la psicótica esa en tu facebook. No hay sentimientos detrás, no hay una persona que lleva una tarde llorando detrás. Detrás sólo está la gilipollas esa que no se marchará pase lo que pase, ¿verdad? Así que da igual lo que pase, que sude de ella, que no la conteste, que vea como llegan sus mensajes y me sude la mismísima polla. Porque total, ella no se va a marchar, ¿verdad? Que se trague toda esta mierda mientras la ignoro, y ya si me toca mucho los cojones la mando a la mierda, total, para eso siempre hay tiempo, ¿no?
¿Qué importará ella? ¿Qué más dará? Es una puta llorona, llora por todo, es una exagerada, no puedo estar pendiente de ella todo el rato, joder. ¿Qué más da si siente que se quiere morir? ¿Qué más da si con una sonrisa podría arreglarla el día? ¿Qué más dará? No importa que lleve desde anoche diciéndome que necesita dos minutos míos enteramente para ella. Me duele la tripa, joder, a tomar por culo lo que sienta, lo que piense, lo que quiera. Qué más da. Ella da igual. No me importa una puta mierda. Mira, silencio sus mensajes, y a seguir ignorándola.  Qué más da.

Día noventa y tres sin él.

Tenía guardados cientos de borradores en los que narraba lo alucinante que estaba siendo todo, pero nunca tenía tiempo de escribirlo, supongo que estaba demasiado ocupada como para sonriendo junto a él.
Pero a porrón, a porrón, ¿eh? Ha habido momentos increíbles en estas últimas semanas.
Increíbles hasta el punto de sentir que estábamos. Sin más.
Y sin embargo, hoy, vuelvo a arrastrarme hasta aquí. Supongo que este lugar tiene sentido cuando siento que no puedo aferrarme a nada más.
Ayer por la tarde estaba raro. Cercano, pero raro. Había momentos en los que volvía... Pero estaba raro.
Ayer por la noche fue feo. Dolió. Se cebó conmigo, y sólo cuando me vio estallar paró.
Ahora.. Se está cebando. Otra vez. Y estoy acojonada. Muerta de miedo. Puedo buscar miles de expresiones, y ninguna de ellas llegará a dejar patente el pánico que me inunda ahora mismo sin piedad. No puedo respirar. No puedo pensar. Sólo llorar, y tambalearme, e intentar que este boquete de angustia no crezca.
Y no voy nada bien
Me va a dar algo. En serio. Sé que esto sobre-reaccionando, que probablemente sólo esté agobiado y yo le haya agobiado un poco más, pero... ¿Y si no? ¿Y si ya se ha hartado? ¿Y si ya se ha cansado? ¿Y si pretende mandarme a la mierda... Otra vez?
Estoy acojonada. Muerta de miedo. Y no sé cómo salvarme.

domingo, 30 de noviembre de 2014

Día ochenta y uno sin él.

El viernes empezó con una llamada. Una llamada que decía "¿Te acuerdas de que habíamos quedado hoy, quedado de verdad? Pues bien, ya no, porque compongo". Dicho más bonito, más suave, menos bestia, pero el significado era inamovible. Y yo me revolví y me hundí, como si tuviera cinco o seis años, y el corazón roto entre los dedos.
Y aunque vaya camino de los veinte, el corazón se encontraba definitivamente en ese estado.
Pero como todo esto va de crecer, y de aprender a ver las cosas, vi que no era justo. Ni lo que él hacía, ni tampoco lo que hacía yo. Que era una putada que me plantara así, pero que tenían una fecha cerrada y poco tiempo, por no decir nada. Y no dolía menos, pero sabía que no podía dejar las cosas así. Y vomité todo esto en una nota de audio del baño del centro de salud de Galapagar. Y en realidad me sentí algo mejor. Y cuando vi su "lo siento..." definitivamente ya podía sonreír. Un poco.
Aquella tarde fui con intención de gimnasio. Y de repente estábamos perdidos en su cama, riéndonos, con HOTD, tan dulces y moñas que estábamos a punto de desbancar a Disney. A punto, os digo.
Me dijo que había tenido una pesadilla. Le dije que me contara, y me contestó que yo moría. Le pedí detalles y rehusó, pero su cara tenía un deje real de angustia cuando remarcó que aquellas eran sus pesadillas. Me llegó muy dentro, he de admitirlo. Mucho. Mis malos sueños también tienen que ver siempre con perderle.
Y luego me marché, con Car, de compras, y conseguí un vestido para enamorar, y otro... Para levantar a un muerto, podría decirse.
Y por la noche no bajé a su casa, como había pensado, pero estaba tan cansada que quedamos en su cabeza para esa madrugada, y me fui a dormir.
Al día siguiente un mensaje "vale, quedamos en mi cabeza, pero no mueras :c". Y una sonrisa no más abrir los párpados.
Y entonces, mis chicas. Y spaguetti carbonara, y algún piti. Él desaparecido en combate. Y empezar a hablar, y a hablar... Y ya no poder parar. Cómo las echaba de menos. Así, no de fiesta, sino sólo nosotras, en el sofá, con turrón de Oreo y sin ningún tipo de tapujos. Y de repente, ¡joder, las seis!
Y de vuelta a casa, con un par de frases suyas que plasmaban su nivel de saturación.
Llegar a casa y todo en silencio. Bakuman, y a morir mucho de amor. Pero mucho, ¿eh? Y que si sale, si no se sale. Él desaparecido en combate.
Y al final una mano, un atisbo. Una llamada "que no salgo, pero voy a ir casa de Pato. Puedes venirte, si quieres. Me da igual. Quiero decir, que no me importaría estar solo, pero tampoco me importa si vienes. Qué mal me expreso, no lo digo en plan mal".
Y el corazón partidito en dos otra vez. Que sí, que no va en plan mal, pero que prefiero que me odies a que esté ahí sin que te importe.
Bajar a su casa, congelada y con un piti en la mano. Entrar, y un beso. Hasta su habitación. Que una vez allí, y sin mediar palabra, comenzara a quitarme la ropa; primero la mochila, luego los cascos, luego el abrigo, luego los zapatos. Que abriese su cama y me llevase hasta ella. Que una vez dentro, me tapase hasta la naricita y me abrazase tan fuerte que parecía que iba a desaparecer entre sus brazos. "Tienes que entrar en calor". Joder. Pero cómo podía ser tan tierno. Cómo podía darle igual y ser tan jodidamente tierno. "No hay un sitio mejor en el mundo, ¿eh?" "No... No lo hay". Y así, achuchaditos, hasta que entré en calor.
"Oye, ¿te ape mucho ir a casa de Pato?" "Que no, que no vamos". "A ver, es que tampoco es eso, si te ape vamos, sabes, que no quiero... Molestar, y eso". "Que no vamos y ya".
Y aych.
Entonces fue cuando me separé de él y le miré "no puedo quedarme si te es indiferente que esté aquí". "Tú no vas a ninguna parte". "¿Te da igual que me marche?" "No".
Sonreí y me recosté contra él, porque la única premisa no contraria a "no quiero que te marches" es "quiero que te quedes". Y eso era lo que yo quería, quedarme. Estaba bien saber que teníamos objetivos conjuntos.
"-Eres mi sitio favorito en el mundo, que lo sepas.
-¿Tu sitio favorito..?
-Sí, y mi estación favorita. Porque haces mi temperatura ideal, y hueles como a mí me gusta.
-Soy muchas cosas favoritas...
-Eres mi cosa preferida.
-Ah, ¿ahora soy una cosa?
-Vale, no.  Eres mi persona prefe en el mundo".
Silencio.
"-¿Te incomoda que te diga estas cosas..?
-No.
-Vale".
Y más achuchones, y más besos. Y la nena, y su grabación super chachi. Y ¡mira que foto tan bonita! Y... ¿Fotos? Porfa, porfa. Y fotos, tan nuestras como lo más nuestro de nosotros mismos. Preciosas. Tan adorables como el cap más pasteloso de Bakuman. Y a la vez, tan guays como la cacería más guay de Gantz. Nosotros. Sin más.
"Vamos a ver The Walinkg Dead" ¿En serio la vida? ¿Había algún concurso para ver la peor serie americana en emisión? No quiso decirme por qué quería verla, pero menos mal que conseguí que aquello no fuera a mayores.
Le dije que si quería que le leyese. Me dijo que sí. Así que.. ¡Here we go, cap 19! Era más durillo de lo que recordaba. Sobre todo el final. Pero luego era dulce. Y jasioso. Y conseguí hacérselo ver. Aunque no fuera capaz de sacarle nada sobre los caps, sí que veía cómo le jodían algunas cosas, y no me gustaba. Porque no era el propósito de aquello. Y porque si eso le hacía sentirse mal, lo que venía después...
Bajamos a por un colacao y galletas, en compañía de Agallas, el perro cobarde. En el sofá, el se tumbó detrás mía, y a veces notaba cómo ponía la cabeza detrás de mi espalda y me achuchaba mucho y muy fuerte. Y me moría tanto de amor, que no sabía cómo no había alguna externalización de todo eso.
Y luego "a dormir". "¿A dormir? ¿Ya?". "Sí." Lo cierto es que fue un poquito seco, y me dio miedo que quisiera dormir sólo para no tener que... No sé, verme, aguantarme más. No sé si son miedos infundados, infantiles o estúpidos, pero ahí estaban. Y costaba desterrarlos.
Pero charlamos. Y fue dulce. Casi tanto como los achuchones. "Me gusta mucho cuando... Me achuchas, como antes viendo Agallas. Pero.. A veces no puedo evitar... ¿Lo haces porque te apetece?" "No, si te parece". "Es que a veces no puedo evitar pensar que... Al leer el blog te sientes culpable y lo haces por eso o algo así". "NO". "O... Como Adolfo, por costum..." "NO". "Vale, vale, jajajajaja".
Y esa risa tan de verdad. Y sus manos a mi al rededor, apretándome mucho contra él. Y al final, el sueño, deslizándose sobre ambos, los párpados que pesaban, y una última noción de su olor antes de caer sin remedio.
Cuando sonó el despertador, estuve a punto de mandarlo todo a la mierda y perderme en sus sábanas, pero sabía que tenía que irme, así que le achuché un poco y me marché.
Recuerdo que le recé el verso de aquella canción de Axl: "he rebuscado por todo el universo y me encontré en sus ojos".

jueves, 27 de noviembre de 2014

Día setenta y ocho sin él.

El lunes fui a buscarle a guitarra, tras un día largo de narices. Estaba entusiasmado, aunque la clase hubiera sido un poco mierda. Yo me entusiasmé cuando supe que aquella tarde no componía. Más aún viendo Bakuman con él. Sintiéndole y sintiéndome.
El martes fuimos al gimnasio. Y ¡oh! Tampoco componía. Y estaba tan cachonda que ni siquiera importó realmente que estuviera desangrándome de mala manera. Y ahí estaba otra vez, "quédate a dormir". Y la penitencia por dentro al saber que no podía decirle sino que no, por mucho que me reventara todos los procesos vitales. Y bailando "My Sharona" en vinilo, le hice sonreír tan, tan bonito, que casi parecía mi sonrisa.
El miércoles amanecí, y estaba en su casa. "Buenas noches". Cuando desperté, estaba a mi lado. Y cuando volví a despertar, ahí seguía. Y cuando tuve que marcharme, a penas sí podía entre sus "no te vayaaaas, no te vayaaaas" susurrados con cara de dormidito y sus manos al rededor de mi pierna. Adoraba verle dormir, y ver cómo me sonreía al abrir el ojillo. Le adoraba. Por la tarde fui a buscarle a guitarra, con un chocolate caliente en la mano, y muchas ganas de besarle. Y luego Bakuman. Y de risas "¿quieres ir a cenar?" Cómo decir que no. Y frikerías y mimitos en el Burguer. Y miradas tan dulces desde el quicio de la escalera que pensé que Willy Wonka aparecería para pedirnos derechos de chocolate.
Hoy, en mi casa, en mi cama. Parpadear, y nada. Parpadear, y él. Mío.  Conmigo. Ese sueño horrible, llamas, rubias, él, lejos. Despertar, y que estuviera ahí para fundirme con él. Su sonrisita dormida cuando le arrascaba y ni siquiera estaba despierto del todo. Su música de cocina. Sus besos, suaves, de dentro.
"-No deberías tener esos sueños.
-Tengo miedo, supongo que es lo que hay. 
-¿Tienes miedo del sueño?
-No del sueño en concreto, del incendio y todo eso.
-¿Entonces?
-De que te marches, sí.
-Pues no deberías, idiota".
Volver de enfermerizar con niños, mientras escuchaba "thinking out loud", y llorar, mientras dejaba que el sentimiento de esperanza me llenase hasta las puntas de los pies. 
"¿Puedo hipotéticamente interceptarte para darte un beso e irme con una sonrisita a dormir?"
Sin la hipótesis, él no pensó que fuera una pesada. Me besó entre sonrisas. Me rebañó un último beso. Y otro último beso. Y sonrió otra vez.
Y lo prometido es deuda, me voy a dormir con esa sonrisa y su olor en mis sábanas.

Vuelve...

domingo, 23 de noviembre de 2014

Las conversaciones empiezan a recordarme a mis últimas lecturas en tuenti.

"-Ehm eso qué significa xDDDDDDDDDDDDDDDDd
-¿Un gatucornio? Imagina xD
-Es que son muchas posibilidades hahahahahhaha
-Caro. Por que no hay palabras"

"-Descansa pequeña <3
-Buenas noches cielo<3
-Buenas noches :3"

Ay dios...

Día setenta y cuatro sin él.

Sé que no debería hacer esto- dejar de escribir regularmente y entregarme con desenfreno- pero ya sabéis, la vida.
El martes fui a buscarle a guitarra. Dulce. Suave. Feliz. 
El miércoles le sorprendí con un traje de enfermera y poco más. Y él me sorprendió mandándolo todo a tomar por el culo por mi piel. En su piel. Con visitas extraviadas. Y después un poco de merienda. En su boca. Y de estar tan perdidos en su cama que parecía un mundo nuevo e inexplorado. Como nosotros. Porque redescubrirse es el término más amplio que se me ocurre, pero no le llega ni a los pies a donde estamos. Y luego la cena en el Tommy Meal's. Ese paseo tan tonto y tan listo, como aquellos tiempos en los que venía a buscarme de baloncesto, y eran los cinco minutos que pasaba cogida de su mano. Aquella noche fueron veinte. Y cinco después, de camino a casa. Y fue su mano la que llamó por radio patio a la mía. Y la mía me preguntó si podíamos pegarnos con superglue a aquellos callos que nos tocaban tan bonito.
El jueves se me cayó el mundo encima, y tenía pinta de aplastarme como a una hormiguita pequeña e insignificante. Pero porque no contaba con él. Y de ahí que me llegara el cuádruple de dentro cuando me salvó. "Tú lo que necesitas es un achuchón, y una peli". No sé si voy a poder resistirme a la idea de que cuento con él la próxima vez, pero es que por muy duro que pelee contra ella, me está poniendo las cosas muy difíciles... Lo cual no es sino todo lo que podría desear. Así que empezamos High school of the death, y decidimos que la veríamos juntos. Y me pidió que buscara la letra de nuestra canción, para empezar a componerla bien. Y ese interés... Pues bueno, decir que me dieron ganas de llorar es quedarse increíblemente corto. 
El viernes brotaron del suelo un gimnasio y un plan. Los dos en una cita cuádruple con nosotros. Después del gimnasio, no quería que me fuera. Ducha en su casa, sus calzoncillos y una camiseta para ir en busca de los mangas 35 y 36. "-¿Has quedado esta noche? -Sí, ¿y qué? -Nada, que pensé que íbamos a ir por ahí. -Quedar con éstos significa a partir de las doce o la una. Quiero cenar contigo". Y medio a derretir al Vips de Gran Vía, con la guapa de Madrid a nuestros pies. y una sonrisa de flores en nuestros ojos. Risas, besos, abrazos. Y paseos de la mano mientras las luces de la ciudad nos brillaban en el pelo y en las pestañas. Una vez en su casa, mimitos y otro cap de HSOD. Y cuando me llevó a casa, su sonrisa era tan tenue, y tan de verdad...
El sábado fue un día horrible. Y de repente, su enfado me estallaba en las manos. Pero vio mi maquillaje extendido por toda la cara, y ya sólo era mi lugar seguro, sus brazos abiertos de par en par para mí. Sólo por mí y para mí. Y dios, juro que no pude quererle más de lo que lo hice en aquel momento. Después una de las grandes, Pulp Fiction, en sus brazos. Y ¡ups!, se nos coló un pey. Y una frase "nunca pensé que una chica tan sexy estaría fumándose un peta en mi ventana, ni que se quedaría a dormir después". Y más Pulp Fiction, entre sus brazos, sus besos y risas. Y a desayunar con cara de zombie. Y a dormir. Y a despertar de esa horrible pesadilla. "-¿Puedo achucharte? -Ven aquí, choncha." Y respirar, respirarle a más no poder, para ver si de una vez el aire entendía que iba en segundo lugar en mi lista de prioridades. Y despertarme, con él, sobre él, al lado suya. A su lado.  Unos legins, su mano, la mía, un gofre, y al Rastro, que para algo es domingo. Andar para arriba, andar para abajo. Risas, besos... Alguna que otra mirada, que me hacía pensar sin poder yo evitarlo en absoluto que aquello era bueno, buenísimo, incluso mejor que lo mejor que ha habido... El principio. Más tarde a comer, a nuestro restaurante, el super japo, que ya ha desbancado definitivamente al Tommy Meal's. Y encima, en nuestra mesa. Guerras de palillos, historias imposibles, y a escoger lo más raro de la carta. Y yo, loca por sus locuras, sin saber muy bien dónde acabaríamos... Lo cual terminó siendo en el Otaku, en un intento por conseguir el manga 37, pero claro, un domingo a las cuatro menos cuarto de la tarde... Así que a casita, Casi dormiditos el uno encima del otro. 
Y una vez en mi portal... Suave, como un río fluyendo. Pero imparable también. Las caricias, las sonrisas, los besitos de esquimal. Allí, conmigo, realmente. 
Y me da igual un palabro que otro, porque realmente siento que está empezando a volver.
Termina de hacerlo.

Vuelve.

lunes, 17 de noviembre de 2014

No pienso dejar que la paranoia acabe conmigo.
Pero estoy asustada. Tengo mucho miedo. 
Y no sé muy bien cómo hacerle frente, porque son miedos bien justificados.
Dame un "sí".

Día sesenta y ocho sin él.

Hoy todo parecía deslizarse. Y más que parecerlo, lo hacía. Suave, dulce. Su mirada, su boca, sus manos. Su comprensión. Su empatía.
Y el mundo era un poco menos oscuro.
Y después, las moñadas absolutas, su cama, escenario de casi todo, que si enfado por aquí, que si morritos por allá.. "Quédate a dormir". Ay dios...
Y luego el blog. Sabía lo que había, y lo que tocaba. Sabía que iba a ser duro, pero también que podía salir mejor estando yo allí. Y eso hice. Estar.
Me llegó aquello de "nadie me ha dicho nunca algo tan bonito" con la entrada de defectos que no lo son tanto.
Y luego... El terror. La parálisis. Revivir aquello que dolía tanto. Esperar sin poder evitarlo un "ahora creo en nosotros" que no llegaba.
Ni ha llegado. 
Y yo, cobarde, guardando la pregunta en mis labios. 
"Estoy siguiendo el consejo que me diste. Hacer lo que me apeteciese cuando me apeteciera. Y por eso estamos tú y yo aquí, sentados y abrazados".
El miedo se diluye pero no desaparece. La congoja sigue rumiando en mi pecho. Su cara taciturna encubierta no puede esconderse a mí, y la inquietud galopa en crescendo.
"No te rayes, porque no hay nada por lo que rayarse".
Confío en él. Incluso ahora, frente a todo.
El peor trago ha pasado. Sólo queda seguir adelante, y... Hacia arriba, con un poco de suerte.
Esto ha servido para bajarme los pies a la tierra. Recordarme que, por mucho que las cosas vayan mejor, no hay nada hecho, que queda todo por ganar, pero que aún existe la posibilidad de perder. No puedo acomodarme. Ahora menos que nunca. Ahora tengo que apostar el todo por el todo y rezar. 
A qué, ni idea, pero estoy en ello. 
Mientras, seguir currando, como si me fuera la vida en ello.
Oh, vaya.

Vuelve.



domingo, 16 de noviembre de 2014

"-¿Te quieres?
-Bueno, sí. Un poquito.
-Pues yo te quiero por los dos. Mira, ¡todo esto!"

"-Yo soy tu pez. Y tú mi agua. Me ayudas a nadar, a respirar, a comer. ¡Y no doy las gracias por eso!"

"-Yo soy Flounder, tú la sirenita".

Esperanza que crece como la espuma. Mar, no me falles.

Vuelve.

Día sesenta y siete sin él.

Este finde ha dado tanto de sí, que no sé ni por dónde empezar. 
Podría intentarlo por el principio.
Comenzó con síes. Síes por aquí, síes por allá.. "¿Puedes venir a buscarme a casa para ir al gimnasio?" "Sí". "¿Quieres venir a una cita conmigo?" "Sí".
¿Quieres quedarte toda la vida aquí...? *Sin respuesta confirmada*
Quedó genial. No al nivel de HIMYM, pero claro, al fin y al cabo eso es una serie, con guionistas, efectos, y personal a tutiplén. Pero la exposición de Gantz, el karaoke de Moulin Rouge, la pelea piñatil, y el hechizo con "Faraway vol.2"... Todo, todo quedó clavado. La exposición le sorprendió, el karaoke le enamoró, la pelea le hizo gracia... Y en la oferta de la carta, me miró a los ojos y dijo "sí".
Fui a su casa con él, y resultó tan dulce... Ver, vídeos, reírse. Con él. Sin más.
Por la noche no podía mantener lo ojos abiertos. Así que "vimos" la película, y nos dormimos. Lo último que difusamente recuerdo son sus manos a mi alrededor, y un susurro que no llegué a entender. Y la sensación que me llenó es la que quiero que me acompañe todas las noches antes de cerrar los ojos.
Al despertarme me marché, y me vine a casa. Pasé el día haciendo malabares para pasar la noche con él, y al final el universo se puso un poco de mi parte. Y fui a su casa. Y estaba ta dulce..
"Me has tenido media hora esperando en la lluvia, te odio". "Pero nu me odies...".
Después vinieron los besos. Y las caricias. "Qué pasa, ¿estás cachonda?" "Sí, pero también muy moñas. Hoy no frungiría, hoy te haría el amor". 
Y de repente ahí estaba su boca. Y no sé si alguna vez en estos dos años y pico me ha besado así. O me ha tocado así. Tan lento, tan dulce, pero tan fuerte, como si... Buscara sentirme, notarme... Quererme. Tan, tan dulce... Juro que nunca me había tocado así. Nunca me había hecho sentir así. Y luego en la cama... De verdad que yo.. No pude, ni siquiera evitar el par de lágrimas que cayeron sobre mis mejillas. Nunca. Tanto. Como le amé, ayer en aquella cama a cuadros naranjitas. Y cómo no pude evitar que pensar que él también lo hacía, volvía a hacerlo, empezaba a hacerlo... Si no, no me explico esas miradas. 
Y encima no pudo evitarlo. Y me encantó.
Y después esas sonrisas... Esas caricias.. Esa complicidad. Esa telepatía. 
A cenar a nuestro (probablemente) nuevo restaurante, con los palillos, por aquí, por allí, charlando, riendo.
"Ven a dormir a mi casa. Y mañana nos levantaaaamos, tarde, con un colacao. Y dormimos achuchaditos... Venga, venga, ven a mi casa a dormir".
Y decir que no a eso... Creo que es una de las cosas que más me ha costado nunca. Hasta que volvió a pedírmelo, y fue ésa la vez más difícil. Y la siguiente. Y la siguiente. Y más aún al morir de aquella manera de amor viendo cómo insistía e insistía. 
Argüelles no estuvo mal. Buen rollito, y luego, se vino conmigo. Y no pude decir que no a ese colacao, aunque fueran las cuatro en vez de las doce, y luego tuviera que marcharme en vez de perderme en sus brazos. 
Y luego, la vuelta a casa. Besos, y caperucitas verdes. "¿No va a haber despedida larga..? Jo". Y ese pucherito. Cómo le voy a decir yo que no. 
La sensación de que su última sonrisa fue real. De que en el último beso quería otro. De que, sin saber muy bien qué había pasado, algo había cambiado. Eso fue lo que me llevé conmigo. Y este domingo no sabe a vacío o gris. Sabe a esperanza. Y ya casi había olvidado a qué sabe eso.

Vuelve..

jueves, 13 de noviembre de 2014

Día sesenta y seis sin él.

Ayer estaba tan conmigo que parecía que había vuelto. Sin ni un pero, aunque con alguna pera. Increíble.
Hoy, no me contesta desde las diez de la mañana en ninguna parte. Y yo no quiero atosigar. O eso me digo a mí misma. Pero lo cierto es que no me queda mucho para explotar. ¿Tan ocupado está que ni cinco minutos? ¿En serio? ¿Putos cinco minutos en todo el día?
No sé ni a dónde agarrarme ya entre tanto bamboleo emocional. Unos días tanto que dentro, y otros tan poco que parece que estamos en universos paralelos, ni siquiera secantes.
Y de repente.. Aparece. Y te das cuenta de que lo único que te hace falta es la seguridad de que está ahí, que el miedo es el que hace todo esto. 
Y te sientes estúpida, pero estúpida de verdad. A rabiar. Pero ya no es rabia lo que te llena, aunque sí que le ahogarías un poco por el mal trago. Te llena un pequeño suspiro, que te da margen de respiración, al menos durante unos segundos.
Y la noche brilla un poco dentro de su oscuridad.
Y ya no da tanto miedo cerra los ojos.. Porque quieres volver a abrirlos.

martes, 11 de noviembre de 2014

Día sesenta y cuatro sin él.

"¿Puedo ir a buscarte a guitarra?
Sí."
Un beso, con el pelirrojo de fondo. Un beso de esos que llegan al alma. Y más dentro aún.
Un viaje en metro puede dar para mucho. Para tanto que de repente haya una cocina, y colacao, y cereales de chocolate que saben a estar mucho, mucho más arriba que las nubes.
"¿Me das cuatro minutos cincuenta y dos segundos?
Sí.
Vale, ¡corre, a tu cuarto!"
Subir, a la azotea privada de nuestra historia, bañada en una luz anaranjada, como si saliese de nuestra piel, un par de piedras preciosas reflejando la chispa que desprendían las pupilas. Y el pelirrojo otra vez de fondo "maybe we found love just where er are". Y vueltas, y más vueltas. De frente, de espaldas, nariz con nariz, mejilla con mejilla, mano con cintura, sonrisa con sonrisa. Beso con boca... Y con ojos, y con frente, y con él. Con sabor a colacao.
Siempre con él.
Sus ojos con el último acorde... Decían mucho. O eso vi yo. O eso quise ver yo. Pero a estas alturas, lo dudo, ¿qué sentido tendría engañarse a una misma?
Vivir el día a día ha quedado obsoleto. Vivir segundo a segundo, roce a roce. Así es como pretendo pasar los días que me queden con él.
Después, el miedo, las dudas, la soledad... Amigos ya de toda la vida. Pero que a veces visitan la UVI. E incluso los paliativos. Pero el hecho de que aún sigan aquí dice mucho. Por desgracia.
Pero también hay otras cosas que dicen mucho más:
"-Es sólo un mes, después podré quedar y eso.
-¿Dices que podré llamarte un viernes y que quedes conmigo, sin más?
-Sí".
Cuánto síes en una sola tarde. Y cómo los adoro. 
No piensa olvidarme para darse a la vida de guitarrista de vicio... 
Sé que era infantil, pero el miedo estaba ahí.

Ahora sólo vuelve.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Día sesenta y tres sin él.

El sábado tuvo sabor a domingo. Y el miedo trepaba un poquito por el pelo, metiéndose en el cerebro hasta que las ideas brotaban de lo que parecías ser tu misma.
Y de pronto... Todo caía, pero él estaba ahí. Con un "te quiero muchísimo" y un abrazo que podría haber hecho que el mundo se estremeciera. Y había gente, pero sólo estaba él. Y cuando me acosté a su lado, sólo podía cerrar los ojos y recordar la postura de sus manos sobre mi rostro y mis hombros.
El domingo se despertó, y se quedó conmigo, en contra de lo que debería haber hecho, Y fue tan dulce que las tres de la tarde aparecieron entre sonrisas en la cama. Y de pronto, todo quemaba, pero no importaba, porque su dolor era placentero.
Y a la noche siguiente... De nuevo aquí, como si nunca se hubiera marchado. Y Mulán diciéndonos que cuando algo te importa, no hay límites. Y yo sintiendo que ojalá él lo sintiera también. 
Un detalle, dos, tres, cuatro, cinco. Joder, ¡seis! Y siete, ocho, y nueve, y ¿me estoy volviendo loca o podría seguir contando? Sonrisas calladas, abrazos de la nada que ahogarían a un oso, besos metralleta y pétalo, todos juntos en una batidora de sentimientos.
Y yo en medio.
Con-ti-go.
Más tarde batidos y susurros. Y mi cama, oliendo a él más que a casi nada. Antoñito mirando la puerta, y preguntándome cuándo va a volver ese que se lleva las lágrimas y nos trae los labios.
No lo sé, renacuajo. Pero qué más da, mientras vuelva.

Vuelve.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Día sesenta y uno sin él.

Hace dos noches comprendí el significado de confianza.
Anoche comprendí que confiaba en él, al enfilar la cuesta a mi casa sabiendo que una chica le acompañaba en dirección contraria con vistas a su cama... Sin miedo. Segura de él. Sin saber muy bien por qué, porque precisamente estamos así porque no... Se siente igual, y de ahí los miedos, las inseguridades, y la distancia.
Y no sé por qué. Y no sé por qué él. Y no sé por qué ahora. Y no sé hasta cuándo, ni dónde, ni cómo.
Sólo sé que está.
Y que espero que se quede.

Mientras tú... Vuelve.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Día sesenta sin él.

Siempre creí que en algún momento fui capaz de confiar. Ahora no, pero de verdad pensaba que hubo algún periodo en el que realmente fui alguien capaz de dejarme caer esperando que otro alguien me cogiera.
Y entones es cuando caigo en la cuenta de que no. Que no, sin más. Y a lo mejor con algo de menos. Que la confianza es fea, y da asco, y yo no lo sabía. Que es como un animal moribundo empezando a pudrirse, a punto de saltarte a la garganta, y yo no tenía ni idea. Que duele, desgarra, y va haciendo que te exploten todos los vasos sanguíneos, simulando mini infartos a lo largo de todo tu cuerpo, y yo no era ni lejanamente consciente de todo esto.
Y si no conoces algo, es porque nunca lo has tenido. Y viceversa. Por eso le conozco. Y por eso no me conozco. Y me parece que no está bien eso de ser de tantas personas sin haber sido nunca mía. Y es una pena, porque seguro que nadie me hubiera querido como yo podría haberlo hecho.
Nunca habría imaginado que la confianza da asco. En serio. Te ves frente al espejo, apretando los puños, y todo lo que quieres es desaparecer, llevar a cabo un genocidio o un auto-homicidio, y a tomar por culo ya todo, que si la vida son dos días, ambos duelen, y el dolor es para valientes.
... Y yo siempre he sido una cobarde.
La confianza es horrible, y precisamente por haberla mirado a la cara, ahora sé que está conmigo. Sin avisar, se presentó la muy guarra, y ahí sigue apoltronada en el sofá. Esperándole. Y esperándome. Sabiendo que por mucho que le haga la cobra, soy suya desde hace días, desde que el miedo me engulló esa noche en la que se me olvidó hasta cómo respirar. Y mira que veo que me va a complicar la vida, pero es que los caracteres complicados son mi perdición.
Nunca pensé que llegaría así, haciéndome gritar. Pero ahora grito y me he dado cuenta de que no quiero parar. O que no sé, y sólo me engaño a mí misma, pero el caso es que me oyen hasta en Nueva Zelanda. Y quiero que me oigan(/s).
Se acabaron las ayudas para dormir, porque su voz resuena en mi cabeza; "con lo que yo te quiero...". Se acabaron las lágrimas, de diamante o carbón, se acabaron las peleas con una misma por ver un nuevo amanecer. Demasiado tiempo hace que soy de la zorra de la muerte, he encontrado a alguien que me mata más bonito.
La confianza es horrible. Y confío.
Confío en ti. 

Vuelve.



miércoles, 5 de noviembre de 2014

Día cincuenta y nueve sin él.

Ayer fue tan amargo y tan dulce que mi boca al final tenía un regusto salado.
Pero sus manos estaban ahí. De nuevo. Y de viejo. Y me miró de una manera que hizo el mundo un poco más soportable.
Hoy tuve miedo. La putipelirrosa no me deja del todo en paz. y  sé que es una chorrada, pero si hay algo que se me dé bien, estoy segura de que tiene que ver con la autolesión emocional. Pero después caí de bruces en sus brazos. Sin preverlo, sin buscarlo, pero no sin quererlo. Supongo que las estrellas fugaces te cumplen el deseo cuando a ellas les apetece, y no cuando a ti te viene bien.
"Yo no comparto a mi marinita. Es mía".
"-Mejor contigo que solo.
-Suena a que te quedas conmigo porque no tienes nada mejor.
-Qué mal me malinterpretas, joder".

Cuando queráis, señoritas brillantes. Aquí sigo esperando(le).

Vuelve.

lunes, 3 de noviembre de 2014

Día cincuenta y siente sin él.

Sujetarte a ti misma para mantener las distancias, para dejar respirar... Y que de repente sea él el que ter suelte las riendas, y te deje correr libre, y tu libertad tenga una sola dirección.
Hay dudas, claro que sí. Y amenazas putipelirrosas.
Pero aún recuerdo sus palabras "claro, prometimos que iríamos a París antes de tres años".
Tres. Años.
¿A tan largo plazo nos ve corriendo?
No puedo evitar subir más rápido que el oxígeno, porque toda yo soy aire, sin límites, con el mundo a mis pies.
Ayer fue tan dulce como un beso callado en los ojos del siglo XVIII, de esos de Jane Austen.
Hoy pinta una tormenta de arañazos y besos de esos que se pegan al alma.

Siguen grandes las dudas, pero avanza un pequeño latido.

Vuelve. 

domingo, 2 de noviembre de 2014

Día cincuenta y cinco sin él.

Visitas esporádicas que se vuelven en sentimientos flotando en el aire, conciertos privados, y despedidas tan a la antigua usanza que parece que hemos vuelto al otoño de 2012. 
A ese otoño...
"No me siento igual".
"No lo sé".
Sé que parece estúpido, pero he pasado del "No siento" y el "No" a... Esto. Y por nimio que parezca, mi lucecita sigue encendida en el cielo, titilante y firme a un tiempo.

La sensación de que... Quiere verme. Sin más. Se está empezando a convertir en todo.
Chúpate esa, domingo. He encontrado a alguien que puede dar por culo a tu tristeza húmeda.

Karma, no me la devuelvas quitándomele.

Y tú... Deja de tener un pie en cada vida y vuelve.

sábado, 1 de noviembre de 2014

"Eres para mí
una maraña
de versos sin adulterar.

La longitud
de mi maldita
debilidad".

Día cincuenta y cuatro sin él.

"¡Me he follado a Axl Rose!"
Sonríes, y yo me pierdo en esa sonrisa. En tus besos de miniatura. En tus roces, cuando me sujetas en el bus.
Me pierdo cuando me lanzas una mirada dentro de un grupo de gente y tus rasgos se suavizan. 
"Oye, ¡qué es mi novia!" 
La vida se congela en lágrimas de incredulidad y esperanza.
Me pierdo otra vez. Sin remedio. Y sin sentirlo. Pero sintiéndote tan dentro que parece que mis tejidos están hechos de ti.
Y después en tu casa... Besos.Abrazos. Suave, pero tan demoledor como un terremoto.
Palabras mudas y de repente, ahí está. "Te quiero". Dos palabras de mierda. El primo feo de aquello a lo que aspiro. Y sin embargo, mi existencia boca abajo. O con su boca en mi abajo. O en el tuyo. Yo qué sé. Lo que sí sé es que en ese momento me has hecho llorar de felicidad. Con dos palabras. Con tus labios. Con tus brazos a mi alrededor. Dímelo siempre. 
"No te vayas. No, porfi, porfi, porfi, ¡quédate!".
Y meterme en líos grandes, enormes, renunciando al mundo al otro lado de la puerta por el universo debajo de tus sábanas. Contigo. Y sentir que gano más que un monje budista alcanzando el nirvana. Y que todo me importe una puta mierda, mientras sonríes victorioso porque no me he puesto los tacones.
Porque sonríes.
No bajas la guardia. Nunca. Pero el frío se retrae, a pasitos de guisante. Y entonces:
"Así. Para siempre"
¿Sólo para siempre..?

Vuelve, y verás cómo la eternidad se te pasa en un parpadeo.

Pero vuelve.

jueves, 30 de octubre de 2014

Día cincuenta y dos sin él.

Ayer salté.
Salté, sin más. Y sin nada.
Conseguí abrirme de par en par en vez de salir corriendo como llevo haciendo toda la vida.
Y sólo en el momento después en el que me miré en sus ojos, supe que no quería seguir corriendo. 
Nunca
más.

Hoy no fue un día sin él. Y ayer tampoco.
Drácula esperó eones por Mina. Puedo con esto. Y con todo. Siempre que sienta que volverás.
Y para bien o para mal... Así es.

Mañana es Halloween. Todo puede ser increíble... O que la balanza se joda hasta el punto de saltar por los aires.
No más bombas, por favor. 
Los atentados merman. Y se nota.

Pero siempre se puede seguir saltando. Siempre, desde más alto.

Vuelve..

martes, 28 de octubre de 2014

Día cincuenta sin él.

Creo que éstos últimos días han sido los más convulsos desde hace... Unos pocos días, en realidad. No sé si esto de que mi vida se parezca tanto a un accidente de coche me gusta o no. El segundo en el que el coche da vueltas y vueltas sobre sí mismo se alarga indefinidamente, y aunque creas que vas a morir, no puedes evitar creer que te salvarás. 
Pero por ahora estás en ese segundo.
La noche del viernes fue risas. 
La noche del sábado fue la más larga de mi vida.
Recuerdo los sudores fríos, las lágrimas incontrolables, el agobio, el no poder respirar, el agujero, como un monstruo enorme, sobreponiéndose a mí, abalanzándose sobre cada parte de mi ser que por alguna razón desconocida, aún no eran suyas. Recuerdo los "por favor, que no lo haga", los "joder, que no lo haga", "los él no haría esto". Recuerdo que todo se volvió negro, pero que ni siquiera así el dolor se iba.
La mañana del domingo fue la más larga de mi vida.
Incertidumbre. Botes. Aquí. Allí. ¿Se fueron? ¿Se quedaron? ¿Qué pasó? ¿Ella consiguió lo que quería? ¿Físico? O aún peor... ¿Con un vínculo? Por favor, no...
Y de repente. Zas, en toda la boca.
Las dos y media de la tarde del domingo fue uno de los mejores momentos de mi vida. 
Nada. De nada. Una pequeña respiración. Y otra. La sangre volviendo a circular, el corazón volviendo a latir. Nada. Pequeñas gotitas de felicidad mejilla abajo en una carrera de luz.
La noche del domingo fue uno de los momentos más dulces de mi vida. 
Su risa, sus besos, sus caricias. Una mirada... Derretida en sus brazos. Deseando fundirme en aquel momento sin saber que aún quedaba lo mejor. Los roces tan dentro que amenazaban con arreglarte, la música... Joder, la música.  Carpetas enteras... Para mí. Todo eso no podía haber desaparecido. Joder, no puede haber desaparecido. Toda esa música... Todos esos sentimientos. No puede. Nuestra canción... Tan dulce, tan triste, tan... Nosotros. 
"¿La acabaremos?" " Sí, vale".
Y al día siguiente dulce, y Diseny, y Hércules diciéndome que llegaré... Y yo rezando a Zeus para que tenga razón.
Hoy... Silencio. Pero con el recuerdo de ayer. Y la promesa de mañana. Y sin críos suyos dentro. 

Pero con él, tan, tan jodidamente cosido a la piel...

Vuelve.

jueves, 23 de octubre de 2014

Día cuarenta y cinco sin él.

Hoy se hizo duro, mucho. No estaba, aunque no estuviera mal. Y joder, a veces faltaba más que el aire.
Pero aún quedan 45 minutos de día. 
Suerte, no me abandones tan a la ligera.

Y tú... Vuelve.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Qué fácil es irse a dormir con una sonrisa cuando él te llama "princesa". O te llama. A secas.
Esperanza, ven aquí... Te voy a hacer un hueco a los pies de la cama. No me mates mientras duermo.

Día cuarenta y cuatro sin él.

Hoy no ha sido un día sin él. Y dios.

No sé cómo avanzar, pero no estoy retrocediendo.

"Le he dicho que iba con la novia".
"Es pensar que... Puede que nunca vuelvas a decir esto así, y me muero un poco". "Serás idiota".

La esperanza crece y crece, y a ver ahora quién la para.

Vuelve..

lunes, 20 de octubre de 2014

Pienso en su beso de pajita de anoche, y no puedo evitar pensar que si le propongo un vis à vis  accederá, pienso en hoy por la tarde... Y en fin. 
Inconsciencia, llévame.
... O tráele de vuelta, que viene a ser lo mismo
¿Es eso bueno? ¿O sólo piensa en mí como una cría pequeña que es "mona? ¿¿Algo de esto sirve una puta mierda??
Todo va a acabar mal, lo sé. Y aún así no puedo rendirme.  Sólo morirme poquito a poco. Muy poquito a poco. Sintiéndolo como si el dolor se deleitase de mis lágrimas.

Vuelve, joder, vuelve...

Día cuarenta y tres sin él.

Viene, y se va.
"Caracol".
Una palabra.
La palabra que más empiezo a odiar en todo el mundo. 
Todas las alarmas encendidas, el rabo entre las piernas, y la dignidad en manos de alguien que se la merezca más. Porque has sido una puta con ella.

No sé cuánto más voy a poder seguir así. Empiezo a estar tan inestable que cada cigarro puede ser la chispa que lo abrase todo. Y dolería menos.

Vuelve.

domingo, 19 de octubre de 2014

Se le ven las orejas al lobo y todo mi ser echa a temblar.
Pero la calma no desemboca en tempestad, y aunque no le haya visto, creo que he aplacado por hoy a la maldición.

Es normal que esté agobiada por el hecho de que se marche, porque aunque esa posibilidad exista siempre, ahora es mucho más grande, pero mi agobio no indica que nada malo vaya a ocurrir necesariamente, y debería controlarme, porque con mis salidas de nervios sólo consigo agobiarle y pasarlo mal a morir. 
...Piensa la yo razonable durante diez minutos. Hasta que inevitablemente se pierde en el pozo de los maremotos que azotan a cada segundo de más o de menos. La yo razonable mola, pero es muy floja.

Sin embargo... Joder, no me ha intentado apartar (TOCA MADERA). Y este finde lo hemos pasado entero juntos, como quien dice. Y salió de él. Joder, ¡un poquito de aliento! Puedo hacerlo. Podemos hacerlo, los dos juntos, aunque él aún no lo sepa. 

Hoy el mundo está a ralla. Lo que me queda de consciencia lo voy a dedicar a perderme en los recuerdos de ayer y antes de ayer, hasta el punto de que la realidad me sea irreconocible. Porque si hay algo que tengo que reconocerme... Es que aunque el miedo me hunda día sí y día también... Él sigue. 
Yo: :__
tu solo
haz que te crea

Antonio: lo hare

Yo: haz que crea que te quedaras
por favor..
lo necesito tanto..

Antonio: no es una cosa que tengas que creer
hoy hablamos cielo

Yo: necesito creerla
no quiero hablar
quiero acurrucarme en tus brazos

Antonio: no tienes por que creerlo
si puede ser verdad

Yo: y no salir de alli

Antonio: esta noche lo cumpliras

Yo: vale :___

Antonio: te quiero princesa
y esa es una realidad
que no te la va a quitar nadie

Yo: nadie?

Antonio: nadie princesa
te lo prometo

Dónde está,... Dónde está este chico, dónde está... Le necesito tanto.. Joder, joder, le nesito más que respirar... Dónde está, por favor... Vuelve, vuleve, vuelve... Es todo lo que quiero, por favor, por favor...

Día cuarenta y dos sin él.

Durante estos días no he escrito adrede, porque los días cuarenta y cuarenta y uno, si bien en el sentido literal de la frase sí han sido días sin él, en el sentido práctico de ninguna manera. 
Desde que el viernes me llamó a las ocho de la mañana, hasta que el domingo me despidió en la puerta hacia las tres de la mañana. No han sido días sin él. Y no quepo en mí de lo increíble que ha sido.
Sin embargo... Ahora mismo me encuentro triste, deprimida, asustada. Es domingo, y sus primeras palabras no han sido demasiado cercanas. ¿Habrá vuelto la maldición? Aunque no sé por qué hablo de volver cuando lo cierto es que nunca se ha terminado de ir. Por favor, que no me niegue. Le daré espacio, le daré lo que me pida, pero que no vuelva a apartarme, a ser frío, a barrerme de en medio. Esta semana ha sido de las más duras.
Además... Esas conversaciones de tuenti. Me... Quitan la vida. "Te amo con locura", "no quiero que esto acabe nunca". Llevo llorando como tres horas seguidas. Puede que sea triste, pero he alcanzado un punto en mi vida en el que todo lo que ansío, deseo o quiero es eso. Ese puñado de frases susurradas con sinceridad. No más guerras frías, no más agobios, no más... Sólo él y yo. Como antes. Sin mí tratando de apartarle. Sin él tratando de apartarme. Sólo... Nosotros. "Tú+yo=<3". 
Cómo duele escribir esto, joder. Cómo puto mata.

Vuelve...

jueves, 16 de octubre de 2014

Día treinta y nueve sin él.

A veces se aparece una luz.
Trémula, titilante. 
Tan difusa que ni siquiera puedes afirmar que la hayas visto con total seguridad.
Pero durante unos segundos o unos instantes, parpadeó sobre tus labios.
Y joder, qué falta hacía, por mucho que a la mañana siguiente todo siga tan oscuro como la boca de un lobo.
Que abra un poco más, que me meto entera.
O tal vez no, tal vez crea y persiga la pequeña luz.

Salta y cierra los ojos.

Vuelve.

miércoles, 15 de octubre de 2014

ODIO hablarle y que me responda como si fuera una puta molestia.  Una jodida molestia con la que tiene que lidiar.

LO ODIO!!!!
V.u.e.l.v.e.

Día treinta y ocho sin él.

El día treinta y siete sin él ha sido uno de los peores, sin lugar a dudas.
"Necesito estar solo".
"No sé si ha cambiado algo, depende de cómo lo mires".
Qué suerte tuve de no romper a gritar en ese momento. Gritar, sin más. Porque en aquel instante sentí que alguien podía morir al escuchar ciertas palabras. Si provienen de ciertas bocas. Ipso facto, como en un infarto.
Qué dolor. De verdad, qué dolor. Nunca imaginé que algo bueno podría llegar a convertirse en semejante tortura.
Pero es lo que tienen las cosas que merecen la pena.
Que 
nunca
son 
fáciles.

Hoy, queda la resaca del dolor; la soledad, al tristeza, el sentimiento de ser un cadáver que se bambolea a gusto del viento. De verdad creería que los zombies existen, pero esto que araña por dentro me trae una y otra vez a la consciencia, al suelo, a la vida. Este dolor me convierte en más viva de lo que mucha gente será nunca, y creo que nunca he deseado estar más
muerta.
Me he puesto como objetivo una semana. Si después de eso me sigue haciendo esto, no prometo nada. Y lo siento por la traición a las promesas ya formuladas, pero la vida no es justa, tal y como podéis observar. 
Duele tantísimo que no puedo hacer otra cosa que llorarme y drogarme. Dónde he quedado yo, que solía ser dueña de mi decrépita existencia.
La respuesta también duele.
En ti, estoy dentro de ti...

lunes, 13 de octubre de 2014

Día treinta y seis sin él.

El miedo me corroe, me controla, y no puedo ni respirar.
El vacío se ha instalado otra vez a la altura del esternón, y no hay nada capaz de hacerme ni siquiera un poco menos consciente de que me consume cada vez más y más. 
De verdad, que no puedo. Llevo toda la mañana aguantándome las ganas de llorar, y en un par de horas he ideado 61012 maneras de encontrarme con él, por casualidad o no. 
Y sabía que tendría que abortarlas a todas.
Como mis ganas de hablarle, de sentirle, de suplicarle que me cogiese de la mano y no me soltara, sin importar lo que pudiera llegar a suceder.
El vacío, otra vez...
Pensé que le había dado portazo.
Estos últimos días han estado inundados de luz, pero ahora mismo sólo soy capaz de intentar arañar jirones de oscuridad. 
Sácame de aquí.

Vuelve...

domingo, 12 de octubre de 2014

Y volvemos a lo mismo, a la incertidumbre de si le estaré agobiando con un mero "hola", al miedo a que se enfade porque le proponga quedar, al dolor infinito, las noches que parecen cuchillos saboreando tu piel. 
Volvemos a la oscuridad, de la que había emergido, casi sin beberlo ni comerlo, pero a la que había intentado dejar atrás con todas mis fuerzas. 
Moraleja: vigila tu espalda, los golpes de mala suerte están siempre al acecho.

Día treinta y cinco sin él.

Todo va como la seda, y de repente, un puñado de palabras lo ahogan todo.
Cómo pude ser tan estúpida, cómo pude pensar que iría bien sincerarme hasta ese punto.
No todo es admisible tal y como estamos, joder, cuándo va a entrarme eso en la cabeza.
"Y si no, nos damos un respiro, que no viene mal". 
Llevaba dos semanas sin esa mierda, pero parece que la maldición de los domingos ha vuelto. 
Imbécil, soy una completa imbécil. Cómo pensar que ya había ganado a esa reticencia. Cómo pensar que ya estaba empezando a debilitar las dudas.
Ahora veo que todo era mentira: "Marina, yo creo que necesito un respiro".
No puedo respirar. Joder, no puedo. Veo las palabras, y son como golpes que me quitan el aire, uno detrás de otro. No puedo. No puedo.
Estoy harta de los sábados de cuento y los domingos de tortura. Porque siento que muero sin la esperanza siquiera de revivir. 
"Me gustaría estar un tiempo en stand by. Yo solo, sin compromisos". 
Toma, y toma, y toma. Hostias como panes con la mano abierta. 
Y de verdad que no sé cuántas más puedo recibir. 

Vuelve. 
... No te marches más. 
Por favor...

jueves, 9 de octubre de 2014

Día treinta y dos sin él.

Joder, a veces parece que está tanto, tanto...
"Ellos follarán mucho. Yo no, porque estoy comprometido".
Eso sí, los niños ya son "sus" niños y no "nuestros" niños. Pero poco a poco.
La esperanza renace en mí sin que sepa cómo sortearla, y me da más miedo que cualquier maldición sobre la faz de la tierra.

Vuelve.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Día treinta y uno sin él.

Me busca. Me olvida. Me mima. Me aparta de una hostia.

Me hace sonreír. Me hace llorar. 

Me hace reír. Me hace sentir que sólo quiero derribar paredes.

Estoy cansada de tanta montaña rusa. Quiero una lanzadera que no acabe.

Vuelve.

martes, 7 de octubre de 2014

Día treinta sin él.

Ayer hubiéramos hecho dos años, y en vez de eso quemamos un deseo. 

Hoy hace un mes que estoy sin él, y parecía que estaba más aquí de lo que lo había estado en mucho tiempo. Mucho antes de que empezara toda la debacle de muerte en vida. 

Tengo miedo de su deseo.  Miedo de que piense que el mío era algo distinto a él. Miedo a que el suyo fuera un yo lejos. 

No quiero volver a pasar otro seis sin desearle que sea feliz. Un seis sin un "feliz seis" no es sino un seis moribundo.
... Pero algo moribundo no tiene por qué morir.

Poner toda la carne en el asador. A muerte. O a vida. Los dos extremos de la apuesta que me estoy jugando.

Vuelve.

domingo, 5 de octubre de 2014

"Es tu alma gemela y lo sabes. Que sea perfecta no quiere decir que no haya broncas pero sí has encontrado a esa persona que buscabas y que dudabas que existiera. Pero ahí está, a tu lado".

Y no puedo dejarle marchar.

Día veintiocho sin él.

Y recuerdo anoche cuando me rehuía. 
Y recuerdo anoche cuando nada más verme me vino a buscar. 
Y recuerdo cuando se apartaba de mí.
Y recuerdo cuando le buscaba y veía que él ya estaba mirándome.
Y recuerdo cuando parecía que quería soltar mi mano (aunque no lo hiciera).
Y recuerdo cuando me achuchó en el bus tan dulce que pensé que me derretía.
Y recuerdo cuando cantamos "you have to fight, for your right, to party" a la vez a raíz de algo que alguien había dicho.
Y recuerdo cuando vino a "ligar" conmigo. Lo dulce que fue. Y el beso de después.
Y recuerdo cuando me habló de lo increíble que era nuestra telepatía en el bus, de todas las vertientes que tenía.
Y recuerdo la sonrisa que me regaló cuando, al preguntarme qué haría, le contesté "un colacao ahora no estaría mal".
Y recuerdo que luego se le olvidó. 
Y recuerdo cómo se "enfadó" porque no podía quedarme a dormir.
Y recuerdo cuando se vistió para venir a acompañarme.
Y recuerdo cuando no vino a acompañarme.
Y recuerdo el dolor de corazón hasta quedarme dormida, y cómo me perseguía después en sueños.

Pero duele porque está. 
Y me da hasta miedo decirlo, pero el saldo de la noche, con todo lo bueno y lo malo, me sale positivo. Y no sé cómo hacértelo ver.

Vuelve.

viernes, 3 de octubre de 2014

Veía a Gaara echarse la mano al pecho, y gritar que aunque no le sangrase le dolía.
Veía al tío de Gaara diciéndole que hay heridas que a veces no se curan nunca.
Veía a Gaara gritando de dolor a los cuatro vientos.
Y sólo podía llorar, y pensar que lo que más necesitaba yo era gritar de aquella manera, sin preocuparme de absolutamente nada más que de intentar sacar esto que me consume por dentro, de alguna manera. 

Y le veía llorar, hundirse y no volver a renacer.
Y sólo podía llorar, hundirme, y desear, con toda mi alma, volver a renacer.
Porque volver, siempre es hacia ti.

Vuelve.

Día veintiseis y veintisiente sin él.

Hay princesas que se susurran al oído, cómplices, pero reales.
Hay tardes en las que parece que la incertidumbre, el dolor, la rabia y la impotencia lo dominan todo.
Y él no está.

El momento en el que empecé a odiar los viernes llegó contigo.
Como casi todo lo demás.

Hoy he salido a la calle, y el tiempo era agradable, pero nubes compactas y oscuras empezaban a deslizarse por el cielo.
El verano se acaba, y llega el otoño.
Pasado mañana habríamos hecho dos años.
Y no sé cómo hacerme a la idea de que voy a pasar estos meses naranjas sin él.
Sencillamente, no puedo.

Vuelve.

martes, 30 de septiembre de 2014

"True love stories have no ending".

Día veintitres sin él.

Causas perdidas que intentan encontrarse.
O encontrarte. Que es parecido.

Momentos en los que te trata como a una puta, y momentos en los que te abraza y te dice que lo siente.

Segundos suspendidos en los que está totalmente pendiente de algo, y te busca, sin verlo siquiera.
Segundos en los que puedo volver a respirar hondo.

Respiraciones que guardo en las habitaciones que aún se sostienen de éste, mi maltrecho corazón. Creo que las necesitaré en un futuro.

Vuelve.

lunes, 29 de septiembre de 2014

Día veintidos sin él.

Quién es el idiota que abraza, y quién el idiota que se deja abrazar.

Y lo peor de todo.. Qué más da mientras sea él quien me abrace.
Ven abrázame, a ver si en tus brazos consigo algo parecido a dormir.

domingo, 28 de septiembre de 2014

Día veintiuno sin él.

Ese "i'm not leaving" susurrado al oído entre mis brazos.
Esas mañanas de sonrisas, de besos tan profundos que parece que se marcan a fuego en tus huesos.

Hoy me he dado cuenta de que hace 21 días que no le digo que le quiero. Y de que hace 21 días que él no me lo ha dicho a mí.

Quiero hacerlo. Me da miedo que lo olvide. Porque es la única certeza que tengo a día de hoy.

sábado, 27 de septiembre de 2014

Asoma la nariz, y de repente no es que te de la espalda, es que de lo lejos que está ya es sólo una mancha borrosa sobre el horizonte.

¿Sabes lo que es vestirse para él? ¿Pintarse para él? ¿Ilusionarse para él? 
Y acabar sin los zapatos, con el maquillaje corriendo por tu cara, y las ilusiones hechas miles de pedazos en el suelo. 

Rota, tan rota...

Día veinte sin él.

Ayer volvió.
Sólo durante unas horas, pero estaba ahí.
Y supe que era lo que quería. Lo supe tanto que dolía a morir.

Hoy se ha vuelto a marchar. 
Y miro la muerte a mi alrededor, y sólo soy capaz de pensar en lo precioso y poco común que es el hecho de tener algo por lo que merece la pena luchar. Y cómo de un plumazo te puedes quedar sin ello. Así, sin más. Y no volver a tenerlo nunca. Y sentir que darías lo que fuera porque volviera.
Pero ahora no es ese momento.
Es el momento de darlo todo, para un día no caer de rodillas al suelo, con las manos vacías a excepción de la certeza absoluta que sólo regala el arrepentimiento.

No me da miedo equivocarme. Quiero equivocarme todo lo que pueda en la vida cuando no sepa qué es lo correcto y qué no lo es.
Pero ahora mismo... No puedo dejar escapar lo que tengo. Porque sé que, pase lo que pase, me arrepentiría para el resto de mi vida. 

Todo esto me llena por dentro, y yo sólo quiero besarle, y cogerle de la mano tan fuerte, que no se marche nunca.

Vuelve. Al menos una vez más...

jueves, 25 de septiembre de 2014

Día dieciocho sin él.

Que alguien me arranque esto que me mata por dentro. Sin más. Pero tampoco sin menos. Porque sin él sólo duele. Y no quiero más de nada, ni hoy ni mañana. 
Eso, o que algo le traiga de vuelta...

*Estos días el blog petó y no pude subir las entradas. Lo cual, patéticamente, no significa que haya dejado de pensar en él ni un sólo día.*

Día diecisiete sin él.

Y entonces me busca, y entonces ya no.
Y el agujero en mi pecho baila una samba, a sus anchas, sabiéndose señor de todo lo que le rodea, porque sólo hay alguien que pueda ahogarlo, y a día de hoy, no está.

No está...

Día dieciséis sin él.

Casi cuando parece que no se ha ido, de repente no está.
Y joder, cómo lo echo de menos.
Que funcione, por favor, que funcione...

lunes, 22 de septiembre de 2014

Sé que el día en que le conocí fue el día con más suerte de mi vida.
Aún no se si buena o mala.

Día quince sin él.

Éste fue el primer no real. De verdad. Y aunque sabía que llegaría, toda la preparación no ha servido de nada. Ha sido brutal, demoledor. Acabé por el suelo del metro, rogando una sentencia, y que ésta no llegara nunca.
¿Qué quiere decir esto? ¿Ya está? ¿A la mierda? ¿Se ha plantado..?
No puede ser... Tío, no puede ser... 

Aún tengo tanto que demostrarle... No puede mandarme a la mierda así...

domingo, 21 de septiembre de 2014

Si todavía fuera una de cal y otra de arena...
Pero es que es una media sonrisa y una hostia que te saca el cráneo. Y te parte el cerebro.
Puede que sea al revés, pero qué cojones importa.
Al final eres una puta masa sanguinolenta en el suelo.

Día catorce sin él.

Ayer casi, casi parecía que no estaba sin él.
Y joder, es que fue mejor que poesía.

Vuelve.

No ves que la vida sin esto no vale ni un dedo corazón levantado...

sábado, 20 de septiembre de 2014

Día trece sin él.

Hace exactamente dos años nos conocimos, en el Independance. 
Hoy, no responde a mis mensajes. 
Las lágrimas ya no son invitadas, sino las dueñas del cuadro. 

viernes, 19 de septiembre de 2014

Está lloviendo. Y todo lo que quiero es un beso suyo bajo la lluvia.
He estado leyendo conversaciones antiguas, pantallazos que hice.
Sólo quiero morirme.
Dios, cómo le necesito de vuelta...

Día doce sin él.

Todo son dudas, echar de menos y humo en el que difuminarse.
Duele, duele a morir. Y por mucho que intento mantener la entereza no hago más que hundirme, una y otra vez.
¿Le hablo? ¿No le hablo? ¿Seré pesada? Joder, qué falta me hace. ¿Quedará con otras chicas? ¿Ligará con otras chicas? ¿Pensará que tenemos alguna oportunidad? ¿Se planteará si quiera solucionarlo? Hazte la difícil. Un poco. No le atosigues. ¿Y si se pierde en unas piernas más bonitas? Tú lo hiciste. ¿Y si... Encuentra unos ojos más bonitos? Que no lo haga, que no lo haga, por favor. Háblale. ¡Ni se te ocurra! Me hace tanta falta... Dile algo. No. Hazlo. No. 
... Mierda.

¿Cada paso me acerca o me aleja más de él?
Que vuelva.
Y si no, que haya alguien esperándome al borde del precipicio con una nueve milímetros.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Día once sin él.

Estoy en sus brazos. Pero nos vemos mucho. 
Me besa. Pero no quiere alargar la despedida.
Me busca y me echa.
QUÉ. PUTO. SENTIDO. TIENE.

Aprendiendo a apreciar el día a día de la forma más horrible que nunca imaginé.
No puedo dejar de dormir con su chaqueta, aunque ya no huela en absoluto a él. Pero me recuerda a sus abrazos...
Como cuando le dije en aquel finde que pasó aquí que en las noches que pasaba sola recordaba cómo me abrazaba para sentirle conmigo, y él me abrazó, para que tuviera un recuerdo más.

Recuerdos, todo recuerdos...

Vuelve.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Día diez sin él.

Ya ni las puertas me sobreviven. Nada lo hace, en realidad. Ni siquiera yo a este paso.
Estoy aprendiendo a vivir el día a día como nunca pensé que lo haría; con la seguridad de que puede que no haya un mañana.
Joder, joder, cómo le necesito de vuelta.

martes, 16 de septiembre de 2014

Día nueve sin él.

No puedo, no puedo. Nada me hace sentir mejor. Nada, absolutamente nada. Nada saca esto de dentro. Ni siquiera sé para qué lloro, porque no hace que me sienta ni siquiera mínimamente mejor, pero no puedo sostenerlo más. No puedo, no puedo...

lunes, 15 de septiembre de 2014

Día ocho sin él.

Estoy muerta de miedo. Total y absolutamente muerta de miedo. No he dormido nada desde anoche, y no sé cuánto va a durar esto. Hoy no pude más y en vez de comer me fui a un rincón escondido entre los árboles en el campus a llorar y a fumar, y a sentir sin reparos que cada pedacito de mi ser se desprende poco a poco. Él lo mantenía todo unido, estaba empezando a repartir la argamasa entre cada grieta, y a dejado la obra  a la mitad.
Y claro, la obra se desmorona.

domingo, 14 de septiembre de 2014

"Necesito un descanso de ti".
Hay hostias que duelen muchísimo menos. El peso de aquí dentro del pecho me esta asfixiando. No sé de dónde sacar el aire.
Dios, puta ilusa de mí que pensaba que después de ayer por la noche... Puta ilusa, puta ilusa. Eres imbécil, ¡imbécil! ¿Por qué se va a quedar conmigo, a ver????
Por qué habría de hacerlo.  No tienes nada para que se quede.
Se va a marchar y vas a volver al punto de donde partiste. Sin nada, y con un pie en la tumba.

Día siete sin él.

Una semana. Una puta semana, y siento como un vacío que está bastante fuerte me arranca a tirones todo lo que tengo por dentro. Cuando logro estabilizarme puedo llegar a parecer una persona, pero cuando me dan estos ataques de ahogo no sé cómo serpentearlos, no puedo, sólo intentar seguir respirando, intentarlo, intentarlo, intentarlo.
Y si se va con otra, y si se olvida de mí, y si se da cuenta de lo increíble que es y de que yo no valgo la pena...
No puedo, no puedo.
Y encima ayer la cagué a más no poder... Si es que soy gilipollas perdida...

viernes, 12 de septiembre de 2014

Si hay algo que no soporto
es que me mientas.

Día cinco sin él.

Un alma caritativa, por favor...
Hasta el más mínimo detalle me vuelve loca, y no puedo seguir así.
Por favor... Que apriete el gatillo.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Día cuatro sin él.

Hoy no pude salir de la estación de metro. Él lo había hecho tantas veces conmigo... Me hice una bolita en una esquina para llorar hasta que el guardia de arriba vino y me dijo que si me encontraba bien. Después lloré en las escaleras. Y después me lié el segundo peta de hoy. 
Ya no sé cómo escapar al hecho de que tengo un agujero como una casa a mi lado, y que por mucho que intente andar despacio para no caerme soy la persona más torpe que he conocido.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

No va a volver. No después de lo de anoche. Sólo quiere marcharse, olvidarlo del todo, y follarse a la pelirosa y a la de adoptauntío.
No va a volver, y no sé cómo hacerme a la idea. ¿Su mejor amiga..? Qué mierda es esa. No quiero ser su amiga. Le quiero a donde pertenece, en el centro de mi vida. No sé qué hacer para no sentirme así. Sólo quiero
m
o
r
i
r
m
e.

Día tres sin él.

Me he enterado de que está en un grupo de apoyo cuando me dijo que no me dejaba para follar.
Le he encontrado en un página para conseguir tías.
Llevo dos horas entre sus cajas, consumida por los recuerdos, tratando de escribir la reflexión del capítulo 13.
Duele tantísimo que no entiendo cómo no hay alguna marca visible sobre mi piel.
Sólo quiero morirme.
Que vuelva, por favor. Que vuelva.

martes, 9 de septiembre de 2014

Nno puedo, me está matando. No puedo, no puedo sin él. ELER.
No puedo, no puedo, no puedo...

Día dos sin él.

En serio, la pistola está sobre mi sien. Si no lo hago yo, es por no fallarle. Que alguien lo haga, por favor. 
No he dormido nada. No he comido nada. Sólo puedo llorar, fumar, y luchas contra mí misma par ano abrirme en canal. Por favor. Por favor.